La Dama Isabel bordaba sentada en su alcoba, Mientras los mancebos la rodeaban alegres. Entonces ella escuchó que un Caballero Elfo Soplaba su cuerno estremeciendo el cielo. Era la primera semana de mayo.
Si tuviese aquel cuerno, ella dijo, Que oigo temblar, Al Caballero Elfo que lo toca en mi seno le dejaría reposar...
La Dama dijo las palabras en un suspiro, Y el Caballero Elfo en la ventana fue visto.
Es un asunto extraño, dulce doncella; dijo el Elfo. Apenas he tocado mi cuerno cuando vuestros labios me convocaron.
¿Vendrá conmigo al Bosque Verde, doncella? Pues si no lo desea, de todos modos lo hará.
Él salto sobre un corcel, la Dama sobre otro, Y hacia el Bosque Verde juntos cabalgaron.
Desmonta, Dama Isabel, este es el lugar; Este es el sitio en donde morirás.
Piedad, amable señor, piedad por esta doncella; Dejad que a vea a mi padre, y a mi querida madre.
Siete Hijas de Reyes fueron muertas por mí, Y tu único destino es ser la octava.
Reposa conmigo, caballero, apoya tu cabeza en mi falda, Permite que descanse antes de vestir mi mortaja.
Se acercó a él y con caricias lo arrulló, Cautivo de sus encantos, el Elfo se durmió.
Con el cinto de su espada la doncella lo sometió, Y con su propia daga, herida mortal le dio.
Si Siete Hijas de Reyes por tí fueron muertas, Yaced aquí, y sed un esposo para ellas.