Como si fuese un capullo que ciega toda la luz,
las catástrofes naturales nos envuelven en el dolor,
causando miedo, caos e incertidumbre.
Lágrimas y lamentos parecerían anunciar que el fin se aproxima.
Lo mismo sucede con la oruga cuando comienza su metamorfosis:
Siente que se acerca su hora, cree que morirá,
desconoce que dejará de arrastrarse para volar por la vida
desplegando sus hermosas alas. Confiá.
La transformación se acelera. Esta es la gran prueba.

Nadie te engañó. Diste los pasos correctos siguiendo
tu sabia voz interior, ahora tenés que seguir confiando
en la luz de tu corazón. La fe es tu mejor aliada.
Estar centrado en el corazón te permitirá ver más allá del temor.
para engendrar un cálido entramado luminoso.
Todo está cambiando su nivel vibratorio. Ya nada será igual.
Aunque las noticias sostengan lo contrario, no temas.
Permanece en luz, en armonía. No hay muertos que llorar,
sólo espíritus que celebrar por haber tenido el inmenso valor
de animarse a vivir esta fantástica experiencia humana
de religar el cielo y la Tierra.
Nada muere, todo se transforma.
Simplemente debemos abrirnos y no resistir los cambios
que están ayudando al florecimiento de la nueva humanidad.
Por más que te sientas fatigado persistí confiando, perdurá amando.
Abrí aún más tu corazón. Con la agitación externa reconoceremos
si la paz era interna o se debía a un entorno calmo.
Somos orugas viviendo la transmutación que nos hará renacer
en la luz de la consciencia. La gran prueba consiste
en continuar con fe, por el camino del amor,
aceptando lo que suceda porque todo, absolutamente todo,
nos ayuda a sensibilizarnos, humanizarnos y evolucionar.
Julio Andrés Pagano