Las verdades de Fito (y las máscaras de unos y otros)
Argentinos a las cosas, y a las falsas polémicas. Nada peor que un debate mediado por los medios de comunicación. Esta visto y es sabido. Y lo confirma esta nueva “polémica” tras el artículo “La Mitad” firmado por Fito Páez y publicada por el diario Página/12 tras el categórico triunfo de la derecha en la primera vuelta electoral en la ciudad de Buenos Aires.
La primera celada de los medios y los políticos y los periodistas/opinólogos en este nuevo falso debate es un brutal cambio de eje. Aquí -como sucede siempre en estos casos- no se discuten los argumentos de Fito Páez. Simplemente se lo censura.
Presentaciones judiciales, xenofobias de cabotaje, expertos en rasgarse las vestiduras para defender la “tolerancia democrática”, oportunistas televisivos (en Argentina hay decenas, rellenando demasiados espacios onanistas de “famosos”) se mezclan con políticos igual de oportunistas (de un lado y del otro) todos en su mayoría -gracias al conveniente filtro de los medios hegemónicos- “linchando” a Fito por decir lo que dice.
Y nadie puede sorprenderse, es lógico que esto suceda. Para entender por qué sólo hay que leer la nota que originó la “polémica”. Dice Fito: “aquí la mitad de los porteños prefiere seguir intentando resolver el mundo desde las mesas de los bares, los taxis, atontándose cada vez más con profetas del vacío disfrazados de entretenedores familiares televisivos”.
Esos son los profetas que ahora atacan. Demostrándonos una vez más que la libertad de expresión en Argentina (la verdadera, no la de los profetas del vacío) es una batalla que recién comienza, y que la recuperación de la institucionalidad democrática en 1983 es -en este tema- una fecha más en un calendario amarillento.
La falsa “polémica” censura a Fito por decir lo que piensa. Según los profetas, Fito debería guardarse su opinión, porque (los) ofende. ¿Y si hay quienes se sienten representados por ese sentir? ¿Qué deben hacer? Callarse también, claro. No molestar con sus opiniones tan viscerales como justas. ¿Justas? Sí. Por qué no. En todo caso, debatamos. Pero vamos a debatir si Fito tiene razón o no, y no si puede decir lo que dijo.
La falsa polémica coloca en el lugar de “defensores” del cantautor a quienes aseguran que Fito habla desde su “sensibilidad”. Prejuicios. Como Fito emociona a muchos con su música entonces es un tipo “sensible” y como es sensible, cuando opina sobre su entorno, sobre la ciudad donde vive, cuando opina de política, no debe ser tenido en cuenta.
Pero Fito puede opinar. Vaya que puede. Todos podemos, todos debemos. Pensar, opinar, sostener ideas y también escuchar al antagonista. Siempre y cuando llegue al debate sin puñaladas traperas.
Recuerdo ahora el inicio de un capítulo que se llamaba “la política” o algo así en un libro de Educación Cívica que un ex comisario con bigotes planchados y pasado turbio nos hacía recitar en la escuela secundaria en aquellas mismos días amarillentos de 1983/1984: “Sobre medicina hablan los médicos, sobre ciencia los científicos, pero sobre política, todos creen que pueden opinar”. Perfectamente vigente.
En el fondo, está “polémica” es eso. No opines Fito porque eres (apenas) un genio sensible. Los únicos que hablan aquí son ellos, los falsos profetas, los falsos políticos, los falsos opinadores. Vos sólo podés cantar. Si opinaras distinto, si fueras como Shakira, uribista, ahí si estarías “autorizado” a hablar todo lo quieras.
Pero como no, como te empecinas en decir lo que otros creen y no tienen dónde decirlo y otros más creen pero no lo dicen por conveniencia, te mandan a callar. A que te tomes una pastillita, como te pidió el ¿progresista? Pino Solanas. Callate y dejá que ellos se ocupen de la política.
Deja que ellos trabajen tranquilos para que no sea la mitad sino los dos tercios o más, todavía más, los que voten a sus candidatos sin swing.
Marcos Salgado