La agencia de Seguridad informática McAfee ha revelado una serie de 72 ciberataques a organizaciones de importancia, como Naciones Unidas, el Comité Olímpico Internacional (COI), La Agencia Mundial Antidopaje, la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia (ASEAN), los gobiernos de Estados Unidos, Taiwán, India, Corea del Sur, Vietnam y Canadá; y una serie de empresas, desde contratistas de defensa a compañías de alta tecnología, según informa la agencia de noticias Reuters. No es esta la única noticia que hallamos en la red acerca de acciones contra hackers, activistas y estafadores.
El joven Aaron Swartz, integrante de Creative Commons, ha sido apresado por la policía de Boston por el “delito” de descargar 4,6 millones de artículos científicos del sitio Jstor. La petición de condena fiscal es de 35 años de prisión y multa de un millón de dólares. De modo que es grave, muy grave, obtener conocimiento científico y divulgarlo libremente. Lo curioso es que, por esta vez, quien insistió en la acusación fue precisamente el departamento fiscal estadounidense y no el sitio universitario que puso en línea los artículos, considerándolo un ladrón que sustituye la palanca de fuerza por la computadora. También fue detectado un estafador en Madrid, de 24 años, que vendía entradas a conciertos de figuras del pop de paso por España. Seis meses tardaron en identificar el IP de Nadir L. M., lo cual establece una diferencia clara entre un ladrón que usa las nuevas tecnologías para timar a compañías y clientes, y un gestor de contenido libre que pone el legado de la ciencia al alcance de todos.
Sin embargo, la agencia Reuters, al reseñar la noticia de los setenta y dos ciberataques, traslada la culpa a China, apoyándose en la suposición de Jim Lewis, experto cibernético del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, así como en la del indio Vijay Mukhi, experto independiente convencido de que “eso es lo que hace China”. Suma la nota además la opinión del coreano Hwang Mi-kyung, de la compañía de seguridad cibernética de Corea del Sur Ahnlab, quien pretende extender la culpabilidad más allá, en vistas de que han pasado los tiempos de la acción individual y hace falta centrar el asunto en lo político. O sea, que mientras McAfee, a cargo de la investigación, declina responsabilizar a China, o a Rusia, sí lo hacen los tanques del cibercomando estadounidense. Y, como de costumbre en las renovadas estrategias de Guerra Fría, el hecho de que provengan de China convierte al gobierno en responsable. Mientras Swartz y Nadim son considerados ladrones, delincuentes, prefieren no culpar a hackers, activistas o estafadores por cuenta propia en los ataques detectados por McAfee.
¿Quién financió, por cierto, esta investigación? ¿No se acumula un paso más hacia la búsqueda de elementos propagandísticos que justifiquen la restricción en la red, el espionaje clasificado, exclusivo, privatizado acaso y, no faltaba más, la “legitimación” del derecho a responder con ataques cibernéticos a naciones incómodas o enemigas?
Jorge Ángel Hernández Ogunguerrero
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