La sonrisa es en tu rostro como la sal en los alimentos: muy poca los hace insípidos, demasiada los hace insoportables.
La sonrisa auténtica es como una puerta entreabierta que invita a entrar; la sonrisa forzada es una trampa que asusta y ahuyenta.
Los animales nunca ríen, los tontos ríen siempre y el hombre cuerdo ríe oportuna e inteligentemente. Cuando tensas tus labios para mostrarme una sonrisa forzada, adivino tu llanto contenido, la rabia que ocultas o la inseguridad que disimulas.