El hombre que amo es capaz de secar hasta la última de mis lágrimas con su sonrisa, y a la vez es capaz de provocarme el mayor de los llantos sólo con decirme que me ama en el momento que más lo necesito. El hombre que amo es el ser que comprende más allá de la mirada, más allá de lo físico y lo elemental. Él sabe dibujar esperanzas, provoca que mi alma se eleve por los cielos y encuentre la suya en una nube esperando por mí, con su hermosa juventud y sus manos abiertas para recibir las mías, él conoce mis temores, mis deseos, mis miedos, sabe cuando siento pena, dolor, angustia y cuando estoy feliz.
Me sacó del letargo, me mostró que en la tierra hay ángeles sin alas que caminan a nuestro lado, que velan por nosotros de una manera especial, que aunque no podamos distinguirlos o verlos, ellos están siempre cuidando de nosotros.
Él es, ese ser tan especial que puso Dios en mi camino. Yo sé que este hombre al que amo tanto es tan especial que un día tal vez lo pierda, que sin haberme pertenecido nunca, se aleje de mi lado, pero estoy tan feliz de amarlo que sólo me importa darle gracias a Dios por haberme permitido encontrarlo, conocerlo, disfrutarlo y sobre todo respetarlo, seguiré pidiéndole a Dios por un momento a su lado, por una caricia de sus manos, por un beso de sus labios, y si Dios no puede concederme ese deseo, seguiré deseándole en el silencio de mi alma, seguiré dibujando su rostro en mis sueños, y encontraré la forma en que algún día de esta corta vida se unan sus ganas y las mías en un abrazo tan dulce, tan apretado que lo triste y lo temido habrán desaparecido para dar paso a la mayor felicidad de mi vida, haberte encontrado...