Amor auténtico es el que vive dentro de nosotros - Despierta

El ser interior, el gran desconocido. A menudo, creemos que somos la persona que remolcamos con éxito hacia las diversas situaciones de nuestra realidad.

Caemos en la cuenta de que nuestro ser interior desea cosas hermosas que nos harían felices. La sociedad no aprobaría que el ser humano sea tal cual es. Es necesario organizar, pulir, educar, orientar, para poder vivir en sociedad. Esto es aceptado con total normalidad. Asumimos el título de padre, madre, hijo, hija, novio, novia, dentro de nuestras posibilidades. Y nos sentimos orgullosos por desempeñar de forma correcta nuestro papel en esta vida. Aunque frecuentemente, echamos de menos esa felicidad grande con la que todos hemos tenido algún contacto.

Somos responsables de nuestro destino

Aparcamos el suceso de ser feliz para más adelante. A veces, ese "más adelante" dura toda la vida. Es desesperanzador pensar que las elecciones que nos llevan a nuestro fracaso en la propia felicidad, son nuestras; que se nos había regalado la vida y todas sus probabilidades de ser dichosos. Solemos tomar las decisiones importantes contando demasiado con los "qué dirán", porque estamos seguros de emprender las acciones correctas. Decisión correcta igual a decisión aprobada por el resto.

La familia y la sociedad son primordiales, pero no son dueños de nuestra vida

Hemos dejado que la familia, el trabajo o la sociedad fueran moldeando los deseos más profundos e íntimos contando con nuestra aprobación, y poco a poco, nos hemos olvidado de ser nosotros mismos. Nos hemos convertido en esa persona aceptada, estable y estándar que encaja perfectamente. Pero nuestro interior no siempre está de acuerdo. ¿Quién no ha soñado alguna vez, simplemente, con tener tiempo libre? Aunque tan solo sea disfrutar momentos de no hacer nada.

El "tú debes" o "tú tienes", son las palabras mágicas de las obligaciones. La sociedad, en cierto modo, es restrictiva. La organización no tendría lugar sin estas incuestionables limitaciones. Pero el ser humano, el verdadero ser interior que vive dentro de la "persona," jamás apuntaría con esas palabras a sí mismo.

El ser interior es el amor verdadero

Es el amor puro, que anida en nuestro interior, el dueño de esos sueños; nuestros deseos más recónditos son los que nos mantienen contentos y con la ilusión de que llegará el dulce momento de disfrutar. Las vacaciones soñadas a algún lugar sereno que nos devuelva la imagen de nuestra infancia; una conversación sincera con nuestros padres; un beso de amor. El ser interior, nuestro yo más íntimo, se regala a sí mismo deseos como: "me haría mucha ilusión", "yo deseo", "me encantaría". Ése es el lenguaje del alma. Intentemos escucharnos a nosotros mismos de tanto en tanto.

Diana Noemí Patiño