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Socio-Política: Gadafi y la putrefacción moral del imperio
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De: Marti2 (Mensaje original) |
Enviado: 26/10/2011 06:02 |
El brutal asesinato de Muamar Al Gadafi a manos de una jauría de mercenarios organizados y financiados por los gobiernos “democráticos” de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña actualiza dolorosamente la vigencia de un viejo aforismo: “socialismo o barbarie.” No sólo eso: también confirma otra tesis, ratificada una y otra vez que dice que los imperios en decadencia procuran revertir el veredicto inexorable de la historia exacerbando su agresividad y sus atropellos en medio de un clima de insoportable descomposición moral. Ocurrió con el imperio romano, luego con el español, más tarde con el otomano, después con el británico, el portugués y hoy está ocurriendo con el norteamericano. No otra es la conclusión que puede extraerse al mirar los numerosos videos que ilustran la forma en que se “hizo justicia” con Gadafi, algo que descalifica irreparablemente a quienes se arrogan la condición de representantes de los más elevados valores de la civilización occidental. Sobre ésta cabría recordar la respuesta que diera el Mahatma Gandhi a la pregunta de un periodista, interesado en conocer la opinión del líder asiático sobre el tema: “es una buena idea”, respondió con sorna.
El imperialismo necesitaba a Gadafi muerto, lo mismo que Bin Laden. Vivos eran un peligro inmediato, porque sus declaraciones en sede judicial ya no serían tan fácil de ocultar ante la opinión pública mundial como lo fue en el caso de Sadam Hussein. Si Gadafi hablaba podría haber hecho espectaculares revelaciones, confirmando numerosas sospechas y abonando muchas intuiciones que podrían haber sido documentadas contundentemente por el líder libio, aportando nombres de testaferros imperiales, datos de contratos, comisiones y coimas pagadas a gestores, cuentas en los cuales se depositaron los fondos y muchas cosas más. Podríamos haber sabido que fue lo que Estados Unidos le ofreció a cambio de su suicida colaboración en la “lucha contra el terrorismo”, que permitió que en Libia se torturara a los sospechosos que Washington no podía atormentar en Estados Unidos. Habríamos también sabido cuánto dinero aportó para la campaña presidencial de Sarkozy y qué obtuvo a cambio; cuáles fueron los términos del arreglo con Tony Blair y la razón por la cual hizo donativos tan generosos a la London School of Economics; cómo se organizó la trata de personas para enviar jovencitas al decrépito fauno italiano, Silvio Berlusconi , y tantas cosas más. Por eso era necesario callarlo, a como diera lugar. El último Gadafi, el que se arroja a los brazos de los imperialistas, cometió una sucesión de errores impropios de alguien que ya venía ejerciendo el poder durante treinta años, sobre todo si se tiene en cuenta que el poder enseña. Primer error: creer en la palabra de los líderes occidentales, mafiosos de cuello blanco a los cuales jamás hay que creerles porque más allá de sus rasgos individuales –deleznables salvo alguna que otra excepción- son la personificación de un sistema intrínsecamente inmoral, corrupto e irreformable. Le hubiera venido bien a Gadafi recordar aquella sentencia del Che Guevara cuando decía que “¡no se puede confiar en el imperialismo ni un tantito así!” Y él confió. Y al hacerlo cometió un segundo error: desarmarse.
Si los canallas de la OTAN pudieron bombardear a piacere a Libia fue porque Gadafi había desarticulado su sistema de defensa antiaérea y ya no tenía misiles tierra-aire. “Ahora somos amigos”, le dijeron Bush, Obama, Blair, Aznar, Zapatero, Sarkozy, Berlusconi, y él les creyó. Tercer error, olvidar que como lo recuerda Noam Chomsky Estados Unidos sólo ataca a rivales débiles e inermes, o que los considera como tales. Por eso pudo atacar a Irak, cuando ya estaba desangrado por la guerra con Irán y largos años de bloqueo. Por eso no ataca a Cuba, porque según los propios reportes de la CIA ocupar militarmente a la isla le costaría un mínimo de veinte mil muertos, precio demasiado caro para cualquier presidente.
Los imperialistas le negaron a Gadafi lo que le concedieron a los jerarcas nazis que aniquilaron a seis millones de judíos. ¿Fueron sus crímenes más monstruosos que las atrocidades de los nazis? Y el Fiscal General de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, mira para otro lado cuando debería iniciar una demanda en contra del jefe de la OTAN, causante de unas 70.000 muertes de civiles libios. En una muestra de repugnante putrefacción moral la Secretaria de Estado Hillary Clinton celebró con risas y una humorada la noticia del asesinato de Gadafi. (Ver http://www.youtube.com/watch?v=Fgcd1ghag5Y) Un poco más cautelosa fue la reacción del Tío Tom (el esclavo negro apatronado que piensa y actúa en función de sus amos blancos) que habita en la Casa Blanca, pero que ya hace unas semanas se había mostrado complacido por la eficacia de la metodología ensayada en Libia, misma que advirtió podría ser aplicada a otros líderes no dispuestos a lamerle las botas al Tío Sam. Esta ocasional victoria, preludio de una infernal guerra civil que conmoverá a Libia y todo el mundo árabe en poco tiempo más, no detendrá la caída del imperio. Mientras tanto, como lo observa un agudo filósofo italiano, Domenico Losurdo, el crimen de Sirte puso en evidencia algo impensable hasta hace pocos meses atrás: la superioridad moral de Gadafi respecto a los carniceros de Washington y Bruselas. Dijo que lucharía hasta el final, que no abandonaría a su pueblo y respetó su palabra. Con eso le basta y sobra para erguirse por encima de sus victimarios.
Atilio A. Boron Rebelión |
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De: Marti2 |
Enviado: 26/10/2011 06:03 |
Y este otro articulo me parece sumamente interesante ... yo me negaba a pensar asi hasta hace poco, pero a la luz de los acontecimientos ahora estoy muy de acuerdo.
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Las imágenes que han inundando los medios de comunicación sobre los últimos instantes de vida del exdirigente libio invitan a pensar que fue linchado. Debieron de ser unos momentos en el que las emociones se encontraron a flor de piel. No obstante, los buenos soldados deben destacar, entre otras cualidades, por tener unos nervios de acero. Pero, en este caso parece que no fue así; cuando encontraron a Gadafi, se desataron entre los rebeldes los más bajos instintos. Quizás este abanico de emociones pudo guiarles durante todo el conflicto.
La gue rra, generalmente, se desarrolló siguiendo esta pauta: primero los bombardeos de la OTAN allanaban el camino a los rebeldes; éstos trataban de tomar posiciones pero se encontraban con una fuerte (y organizada) resistencia; lo que les llevaba a retroceder, mientras que la OTAN volvía, cómodamente, a masacrar más posiciones militares (y civiles); en ese momento los rebeldes conseguían, no sin nuevos enfrentamientos, tomar nuevas posiciones. Era evidente la desorganización y la insubordinación que reinaban en las filas rebeldes, lo que sumado a la falta de preparación, tuvo como resultado el lento desarrollo de la guerra, a pesar del apoyo aéreo de la OTAN. Para ello se arguye que los rebeldes no conformaban un auténtico ejército profesional, pues se entiende que eran civiles libios. Los cuales, de una manera “espontánea” se alzaron contra Gadafi. Esta versión resulta más heroica (más Hollywoodense) que otra en la que una invasión teledirigida por los EE.UU. y la OTAN, tuviera que usar de estos nacionales libios para sus propósitos. Así, de la misma manera que en la Guerra de Independencia Española se podían encontrar colaboracionistas españoles con el régimen Napoleónico, en este conflicto se debería hablar de colaboracionistas libios. Pues éstos luchaban contra su propio gobierno apoyados por potencias extranjeras.
La versión no Hollywoodense sería la siguiente: una parte de la población libia aplaudía que potencias extranjeras bombardearan sus propias ciudades; contando, a su vez, con presencia de tropas de otros países, como Qatar, lo que parece ya confirmado; además, mientras, se renegociaban suculentos contratos sobre el preciado oro negro libio. A pesar de estos hechos, el conflicto se ha tratado de hacer ver por los medios de comunicación hegemónicos como una revuelta social, sin embargo es algo que debe, cuanto menos, cuestionarse.
Gadafi, hasta hace bien poco , era exquisitamente recibido por los mismos gobernantes que han contribuido a su derrocamiento y posterior asesinato. Este acto, que difícilmente puede no catalogarse de hipócrita, es ahora aprovechado para mandar un mensaje claro a todos los mandatarios “enemigos” de occidente: “Cualquier día os puede tocar a vosotros”. En este sentido, no se debe ignorar la existencia de algunas enseñanzas que pueden evitar que esa amenaza implícita se materialice. El primero de ellos sería el potencial armamentístico de un país. Dando especial relevancia al armamento nuclear. De hecho Libia, se ganó definitivamente el favor de los gobiernos occidentales cuando suspendió su programa de armamento nuclear. Este país, tenía enormemente desarrollado su plan de armas nucleares e, incluso, químicas. Pero, firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear en el 2003, a raíz de una negociación a tres bandas entre Reino Unido, EE.UU. y Libia. En ese momento no se escatimaron elogios hacia el régimen libio, incluso el ministro de exteriores británico destacó “la enorme altura de Estado” de Gadafi y de su gobierno.
Sin embargo, en menos de 10 años todos esos elogios se transformaron en agresiones armadas. ¿Eso qué indica? Que esos países, incluso sin alteraciones en su régimen político, cambian de opinión según les convenga. Pero, la cuestión ineludible es: ¿Qué habría pasado si Libia no hubiera desmantelado su plan de armas nucleares? Aunque se trate de hacer historia (muy reciente) – ficción, mi pronostico es que si Libia hubiera tenido armamento nuclear no hubiera sido agredida. Para ello, se puede tomar como referencia el caso de Corea del Norte, país incluido en el eje del mal por Washington. Sin embargo, siempre que sucede algún conflicto en aquella zona se recurre a una compleja diplomacia para resolverlo. Y no es que, como Libia, Corea del Norte no tenga unos golosos recursos naturales susceptibles de apropiación, los cuales, según la Cámara de Comercio de Corea del Sur, pueden alcanzar un valor de 1700 millones de euros. El efecto disuasorio del armamento nuclear es el que les fuerza a negociar. Es algo históricamente contrastable, como ya se apreció durante la Guerra Fría. Aunque sea cierto que esto es, en cierta medida, peligroso, sus efectos resultan incuestionables.
Empero , las consecuencias devastadores que ocasionaría una escalada de explosiones atómicas pueden restar cierta fuerza a este recurso, que se entiende debe ser disuasorio. Por ello, y ante la innegable superioridad del ejército de los Estados Unidos, entraría en juego el concepto de guerra asimétrica. Éste hace referencia a que uno de los dos contendientes se encuentra en una clara situación de desventaja frente al otro, lo que le impulsará a seguir unas estrategias determinadas. La guerra de guerrillas es un claro exponente al respecto, como la que se ejerció en Vietnam. Para ello es fundamental un conocimiento exhaustivo del terreno. Quizás esto fue determinante en los combates urbanos en los que la resistencia libia plantó cara a los rebeldes de una manera casi sobrenatural. Por ello los países con posibilidades de sufrir un destino parecido al de Libia, deben conocer y potenciar esta estrategia.
Otro recurso importante es la política de alianzas. Si un país cuenta , en un momento clave, con el fausto apoyo de un país militarmente relevante, ello podría desincentivar cualquier acción militar. El Pacto de Varsovia, en este sentido, tejió una importantísima red de solidaridad entre los países comunistas durante la Guerra Fría. El cual, supuso un mecanismo disuasorio de incuantificable valor. En la actualidad, Corea del Norte, cuenta con el inestimable apoyo de China, país el cual posee un poderoso ejército. Tampoco convendría desestimar un eventual apoyo de Rusia a la RPDC, en caso de que ésta fuese atacada.
Pero , más allá de los recursos meramente militares es vital tener una opinión pública favorable, a pesar de lo difícil que resulta contradecir a los medios de comunicación habituales. Por eso es fundamental que cada Estado haga esfuerzos en tratar de fomentar una imagen positiva de su régimen político, de su país y de sus gentes. Ya que, una considerable opinión pública en contra de un conflicto bélico podría llegar a disuadir a un país de llevarlo a cabo.
En realidad, habría numerosísimas lecciones a extraer de lo sucedido en la antigua Yamahiriya. Pero, la muerte del exlíder libio, a quien se le debe reconocer valentía por haber pertenecido hasta el final en su tierra, debe servir de punto de inflexión en la historia.
* El autor es licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración Pública.
Juan Carlos Calomarde García Rebelión
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De: Marti2 |
Enviado: 26/10/2011 06:03 |
Los magnicidios de Lumumba y Gadafi muestran que el colonialismo aún persiste
Patricio Lumumba fue un excepcional líder africano, anticolonialista, que tuvo el privilegio de luchar por la independencia de su nación y llegar a ser el primer africano en desempeñar el cargo de primer ministro de la misma, la República Democrática del Congo, que hoy es llamada Zaire. Independencia de Bélgica que se alcanzó oficialmente en junio de 1960, tras asumir la nueva república la deuda externa de Bélgica. Una deuda que jamás adquirió y que la imposibilitaba de alcanzar su pleno desarrollo.
Cuando Lumunba intentó limpiar al ejército de la administración y residuos belgas que aún obedecían a esa nación europea y no a la nueva, empezó el conflicto. Bélgica jugó a dividir el Congo y una provincia, rica en yacimientos minerales, demandó su independencia de la joven república. En respuesta Lumumba buscó el apoyo de la extinta URSSS y la CIA estadounidense le adjudicó la imagen de comunista, pretexto suficiente para sacarlo del poder.
Un memorando interno de la CIA, de 1960, escrito por el director de entonces Allen Dulles, contiene un parágrafo que despeja cualquier duda sobre el intervencionismo de las grandes potencias: "En los altos niveles del gobierno concluimos que si [Lumumba] sigue en el poder, las consecuencias serán catastróficas... para el mundo libre. Por eso, nuestra conclusión es que urge quitarlo de en medio lo antes posible".
El resto de la historia es parte del guión tradicional, un alzamiento militar y rebeldía en la policía, inestabilidad política, destitución ilegal de Lumunba, participación errónea de la ONU, detención, escape y nuevamente aprensión de Lumumba por parte de los alzados y, finalmente, su salvaje ajusticiamiento en presencia de agentes belgas y estadounidenses. Lumumba fue torturado, se le dejó sangrar por horas sin atención médica hasta que finalmente lo ajusticiaron. La historia registra pocas fotografías de ese magnicidio y contados relatos de cuán cruel fue ese bárbaro episodio.
Posteriormente al mundo se le dijo que los asesinos habían sido "campesinos airados", más tarde se indicó que lo habían ejecutado "sus enemigos congoleños" y así se fue enturbiando el ambiente, confundiendo a la gente y diluyendo la verdadera responsabilidad. Hoy los historiadores describen como mismo el presidente de EEUU Dwigth D. Einsenhower dió luz verde al asesinato de Lumumba y, que en el 2002, Bélgica reconoció su participación en el horrendo crimen y pidió disculpas a la familia de Lumumba.
Sin embargo, los años han pasado y muchas generaciones ni siquiera conocen el nombre de Lumumba, mucho menos la tragedia. La derecha ha vuelto a jugar a enredar la investigación del crimen, a dejar pasar el tiempo y reconocerlo mucho después. Ello, unido con el fomentar el olvido de los aborrecibles hechos y el proclamar que hay que mirar al futuro y no al pasado, le permite a la derecha que nunca se haga justicia y que vuelva a repetir esas tácticas una y otra vez .
Tal vez, los dos únicos cambios que hoy vemos con los magnicidios, como el del líder libio, Muammar Al Gadafi, son: primero que son documentados segundo a segundo con cámaras digitales y divulgados en la redes de información y de televisión a nivel mundial. Y segundo, que ahora los verdugos celebran descaradamente el crimen y no esconden sus reales intereses. La inhumana risa de la secretario de estado de los EEUU, Hillary Clinton y las desvergonzadas declaraciones del senador Lindsey Graham, acerca del magnicidio en Libia, despejan cualquier duda posible. Hace horas Hillary dijo en CBS News sonriendo y orgullosa: “ Llegamos, vimos y él murió ” y más tarde Graham declaró en el canal Fox:
“ Vayamos a tierra. Hay mucho dinero para ser hecho en el futuro de Libia. Mucho petróleo será producido. Vayamos a tierra y ayudemos a la gente a establecer la democracia y el funcionamiento de una economía basada en principios del libre mercado. "
Un punto aparte en esta mención merece el curioso hecho de que la muerte de Osama Bin Landen -que habría sido homicidio pero no magnicidio- no cuenta con registro gráfico alguno. El supuesto peor enemigo del mundo civilizado aconteció en completo silencio y debemos creer que ocurrió porque así nos lo dicen quienes proclamaron ser sus enemigos.
De modo que no nos venga el engañador de oficio, Barack Obama, a mentir con el cuento de que hay un nuevo liderazgo de EEUU, es la misma opresión colonial de hace siglos la que perdura. Solo que ahora no hay que aguardar décadas para que se revele la trágica verdad; ahora esta surge en horas. Razón tenía el “Ché” Ernesto Guevara cuando dijo: " Nuestra libertad y su sostén cotidiano tienen color de sangre y están henchidos de sacrificio. " |
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