Cuando te levantes por la mañana, lo primero que has de hacer es imaginarte tremendamente feliz. Sal de la cama con un excelente estado de humor, radiante, expectante, burbujeante, como si algo perfecto, algo de un valor infinito fuera a sucederte hoy.
Sal de la cama con un estado de ánimo muy positivo y esperanzador, con el sentimiento de que éste no será un día corriente: algo excepcional, extraordinario, te está esperando.
Algo te sucederá. Durante el día, trata de recordarlo una y otra vez. Al cabo de siete días, descubrirás que tu comportamiento, tu forma de ser, tu vibración, ha cambiado.
Cuando por la noche te acuestes, imagínate que estás cayendo en las manos divinas, como si Dios te sostuviera, como si cayeras, si te durmieras, en su regazo.
Simplemente visualízalo y duérmete. Has de continuar imaginándotelo mientras dejas que el sueño se te acerque, de forma que la imaginación entre en el sueño, se solape.
No te imagines nada negativo, porque si la gente comienza a imaginar cosas negativas, suceden. Si piensas que vas a estar enfermo, enfermarás. Si piensas que alguien se comportará con rudeza contigo, sucederá. Tu imaginación creará la situación. Si aparece alguna idea negativa, transfórmala de inmediato en un pensamiento positivo. Dile no. Déjala inmediatamente; tírala. Al cabo de una semana empezarás a sentirte muy feliz - sin ninguna razón especial.