¿Te acuerdas de aquella copla que escuchamos aquel día sin saber quién la cantaba ni de qué rincón salía? Pero qué estilo, qué duende, qué sentimiento y qué voz; creo que se nos saltaron las lágrimas a los dos. "Toíto te lo consiento menos faltare a mi mare que a una mare no se encuentra y a ti te encontré en la calle".
No vayas a figurarte que esto va con intensión. Tú sabes que por ti tengo clavao en mi corazón el queré más puro y firme que ningún hombre sintiera por la que Dios uno y trino le entregó por compañera. Pero es bonita la copla y entra bien por soleares: "Toíto te lo consiento menos faltare a mi mare..." Y me enterao casualmente de que le fartaste ayé y nadie me lo ha contao, nadie, pero yo lo sé. Yo tengo entre dos amores mi corazón repartío si le encuentro a uno llorando es que el otro le ha ofendío; y mira, nunca me quejo de tus caprichos constantes. ¿Quiere un vestío? ¡catorse! ¿quiere un reló? ¡de brillantes! Ni me importa que la gente vaya de mí murmurando que si soy pa ti un muñeco, que si me has quitao er mando que en la diestra y la siniestra tienes un par de agujeros por donde se va a los baños el río de mis dineros... ¡Y a mí qué...?
Con tal de que de mi lao tú nunca te desepares toíto te lo consiento menos faltarle a mi mare. Porque esa mimbre de luto que no levanta la voz que no ha tenío siquiera contigo ni un sí ni un no; que anda como una pavesa, que no gime ni suspira, que se le llenan los ojos de gloria cuando nos mira; que me crió con su sangre; que me llevaba la mano para que me santiguara como todo fiel cristiano y en las candelas del hijo consumió su juventú cuando era cuarenta veses mucho más guapa que tú. Tienes que hacerte a la cuenta que la has visto en los artare y jincarte de rodillas antes de hablarle a mi mare; porque el amó que te tengo se lo debes a su amó, que yo me casé contigo porque ella me lo mandó. Conque a ver si tu consiensia se aprende esta copla mía mu semejante a aquer cante que escuchamos aquer día sin sabé quién lo cantaba ni de qué rincón salía.
"A la mare de mi arma la quiero desde la cuna; por Dios, no me la avasalles que mare no hay más que una y a ti te encontré en la calle".
Autor: Rafael de León
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