Consultor matrimonial
De pronto, el consultor matrimonial se levantó de su sillón,
se acercó a la mujer y, levantándole la barbilla,
le dió un apasionado beso.
Luego se sentó.
La mujer se quedó con la boca abierta y los ojos desorbitados.
El consultor, mirando fijamente al marido le dijo:
Eso es lo que necsita su mujer.
¡Por lo menos dos veces por semana!
Sin inmutarse, el marido contestó:
Bueno, yo puedo traerla los lunes y los jueves.
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