Yo deseo en esta Navidad poder armar un árbol dentro de mi corazón y en él colgar, en lugar de regalos, los nombres de mis amigos, los que viven lejos y los que viven cerca, los más antiguos y los más recientes, los que siempre recuerdo y los que a veces olvido, los de horas difíciles y los de horas alegres, los que sin querer herí y los que sin querer me hirieron, los que me deben y a los que debo, mis amigos sencillos y mis amigos importantes, los que me enseñaron y los que se dejaron enseñar por mí. Un árbol de raíces profundas para que sus nombres nunca sean arrancados de mí corazón y nuevas ramas para que, nuevos nombres venidos de todas partes se unan a los existentes, den sombra agradable y que nuestra amistad sea un momento de reposo en la lucha de la vida. Que en esta Navidad JESÚS haga de cada arma una flor, de cada lágrima una sonrisa, del rencor la sabiduría del perdón, de la paz una auténtica realidad y de cada corazón una casa lista para recibir a Dios.