* UB-65 EL SUBMARINO MALDITO
El U-65 era un submarino alemán de la Primera Guerra Mundial, cuya
extraña historia se inicia antes de abandonar los astilleros de Brujas, Bélgica.
Una viga destinada a la eslora de la cubierta mató a un obrero convirtiéndose en
la primera víctima de una cadena de extrañas muertes ocurridas en torno a este
submarino. Durante las pruebas iniciales de navegación tres tripulantes murieron
asfixiados al llenarse de gases la sala de máquinas.
Historia
En pruebas
posteriores efectuadas junto a una flotilla de submarinos gemelos, las cuales se
iniciaron sin problemas, el capitán ordenó la primera inmersión del UB-65. El
mar estaba en calma y había una brisa suave. Antes de sumergirse, el capitán
ordenó a un marinero ir a proa a realizar una inspección de las escotillas, esta
era una inspección de rutina, pero en vez de efectuar la inspección,
inexplicablemente el marinero saltó por la borda siendo atrapado por el remolino
del submarino. Una vez iniciada la inmersión, el capitán ordenó estabilizar la
nave a los diez metros, extrañamente continuó descendiendo hasta chocar con el
fondo del mar, quedando inmóvil. Cerca de doce horas permaneció en esta
situación en el fondo del mar, y filtrándose el agua. Nuevamente comenzó a
llenarse de gases, pero en ese momento, tan extrañamente como se había hundido,
comenzó a moverse y ascendió a la superficie. Luego de estos extraños sucesos
fue enviado a los astilleros para ser revisado en seco. A los pocos días fue
declarado apto para el servicio, siendo aprovisionado y armado. Cuando se
efectuaba esta maniobra la cabeza de uno de los torpedos estalló, matando al
segundo teniente y ocho marineros. Fue remolcado al dique pero en esos momentos
un marinero aseguró haber visto al segundo teniente, muerto en la explosión, de
pie en la proa y con los brazos cruzados. Al ser reparado, y antes de iniciar la
navegación, otro marinero que deserto aseguró que él también había visto al
segundo teniente en el mismo sitio. Se le ordenó al capitán del UB-65 zarpar con
rumbo al estrecho de Dover, durante todo el trayecto varios tripulantes
aseguraron ver al oficial muerto. Uno de los testigos fue el oficial de
servicio, quien aseguró haber visto su fantasma y cómo éste se desvanecía. Al
regresar a la base, ésta se encontraba bajo un fuerte ataque aéreo, lo cual no
afectó a la tripulación ya que lo único que deseaban era abandonar la nave. En
los momentos que el capitán bajaba la pasarela, fue muerto al ser alcanzado por
la metralla. Todas estas muertes, que habían sido acalladas por la marina,
motivaron que los altos mandos de la marina imperial, para tranquilidad de los
marineros, tomara la decisión de ordenar a un sacerdote que exorcizara el
submarino. Pero al parecer no dio resultado, porque en la siguiente misión del
UB-65 un tripulante se suicidó, un artillero se volvió loco y el primer
maquinista se quebró una pierna. El 10 de julio de 1918 el L-2, submarino
norteamericano, divisó un submarino alemán navegando a la deriva frente a las
costas de Irlanda. El capitán del L-2 ordenó maniobrar para atacarlo. Al mirar
por el periscopio notó una extraña figura que permanecía de pie, en la proa de
la nave, con los brazos cruzados. A los pocos segundos una enorme explosión
destrozó al UB-65. El UB-65 y su tripulación fantasma, tal vez siga navegando
los mares.