Sexualidad y menopausia
El proceso de sexuación del ser humano, es decir, la forma en que nos hacemos hombres y mujeres, (E.Amezúa 1976/2001), se inicia en la concepción y evoluciona hasta su muerte.
Los caracteres sexuales primarios, genes y órganos reproductores nos atribuyen nuestra condición de machos o hembras, hombres o mujeres. El desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, el vello, la voz, las formas anatómicas, afianza y ratifica al género y es en esta etapa ( pre-adolescencia ), cuando la menarquia, ( primera menstruación ), da lugar a la primera crisis o cambio en las niñas convirtiéndolas en mujeres, es decir, con capacidad para reproducirse, de forma parecida a los niños, sus primeras poluciones anuncian teóricamente su fertilidad.
Podemos deducir que a partir de estos momentos y desde el punto de vista biológico son mujeres y hombres, pero este carácter y como tal, se irá reforzando de forma cultural, desarrollando los caracteres sexuales terciarios, gestos, expresiones, maneras, formas etc, dicho de otra manera, colocando los ladrillos rosa o azules que ponen de manifiesto la construcción de una arquitectónica femenina o masculina es decir. feminidad o masculinidad.
Bien, la menopausia es otra crisis o cambio, otra etapa más de ese largo proceso de sexuación, que confirma la condición de ser mujer y no por desaparecer la menstruación deja de serlo, quede claro por tanto que menarquia y menopausia constituyen dos momento esenciales en la vida, altamente significativas en su condición de ser lo que es “MUJER”.
Con sus “pros” y “contras”, la menopausia no es más que un cambio biológico que señala el final de la etapa fértil o de reproductividad debido al cese de maduración folicular en los ovarios.
Probablemente esta situación provocará algunos cambios psicofísicos, pero ellos generalmente son demostrativamente abordables cuando precisen atención facultativa, por tanto son estas circunstancias y no otras las que pueden influir y alterar el desarrollo de sus vivencias sexuales.
El sexo en la menopausia
Desde el punto de vista sexológico, la mujer menopausica inicia un periodo en el que la sexualidad puede ser tan placentera como antes del inicio del climaterio, e incluso puede decirse que aún mayor, dado que logra la tranquilidad de saber que a partir de esa fecha no quedará embarazada.
Todo ello ofrece la ventaja de poder prescindir de los medios o métodos anticonceptivos que hubiere estado usando hasta entonces. Su capacidad de disfrutar y hacer disfrutar a su pareja puede acentuarse tanto como lo desee al liberarse de lo antedicho, su sensibilidad y capacidad para disfrutar no es menor aunque haya disminuido considerablemente su producción estrogénica.
Como consecuencia de ello puede aparecer sequedad vaginal debido a la atrofia progresiva de su mucosa y probables molestias durante el coito, para tales circunstancias hay recursos y muy buenos al margen de técnicas o tácticas amatorias, todo depende de la información e indicaciones que reciba del profesional que la oriente.
Por tanto, si además alcanza esa frontera con los hijos ya mayores e independientes, la disponibilidad de más tiempo libre no solo le posibilita continuar viviendo su sexualidad como hasta entonces, si no también enriquecerla y mejorarla ante un horizonte feliz y hasta el final de su existencia que afortunadamente las expectativas de vida y su calidad, la agrandan permitiendo que aquéllas puedan convertirla en la segunda luna de miel para las parejas que así se lo propongan, no teniendo que relegarse exclusivamente a tareas domésticas y cuidado de nietos.
No olvidemos además que en esta época el hombre accede a un periodo conocido como Andropausia no exento de dificultades,(disfunciones eréctiles, impotencias secundarias a tratamientos etc), que ante su déficit personal cargan las tintas sobre su compañera.
Por tanto precisan de un poco de sentido común, sabiduría y buen hacer para que las cosas discurran como es deseable sin entrar en controversias de quién tiene la culpa de que las cosas no salgan bien y por supuesto en un porcentaje muy alto, la culpa no es de la mujer y tal vez tampoco del hombre, pero indudablemente su comunicación afectiva ha dejado de tener efectividad.
Por Isidoro Giménez Calventus.
Sexólogo