|
Socio-Política: CELAC
Elegir otro panel de mensajes |
|
De: Marti2 (Mensaje original) |
Enviado: 27/12/2011 05:31 |
CELAC: dos proyectos en pugna Sin duda que la creación de la CELAC ha sido uno de los principales acontecimientos que tuvieron lugar en el plano regional en muchos años. La sola idea de una organización que reúna a los países latinoamericanos y caribeños sin la asfixiante presencia de Estados Unidos y Canadá es una muy buena noticia y permite abrigar esperanzas de que la tradicional prepotencia con que la Casa Blanca manejaba los asuntos del área tropezará de ahora en más con crecientes obstáculos. Claro que la “presunción hegemónica” del imperio no se desvanecerá por la creación de esta organización, pero sus mandatos ya no tendrán el automático asentimiento del pasado cuando un úkase de Washington produjo en 1962 el destierro de Cuba del sistema interamericano.
De todos modos, convendría dejar de lado excesivos entusiasmos porque poner en marcha efectivamente la CELAC, es decir, convertirla en la protagonista que se haga merecedora de las grandes esperanzas en ella depositadas, no será tarea sencilla. Su creación es un logro importantísimo, pero por ahora es apenas un proyecto que, para ser eficaz, deberá ser capaz de convertirse en una organización; es decir, en un sujeto dotado de suficientes capacidades de intervención en el ámbito de Nuestra América. Pero, como veremos más adelante, no es ese el proyecto que proponen los gobiernos de la derecha latinoamericana con la bendición de la Casa Blanca.
La inusitada gravedad de la crisis capitalista en curso hizo que hasta los gobiernos más derechistas de la región consintieran en unirse a la CELAC. Es un gesto importantísimo y sería tan errado minimizar su trascendencia y el mal trago que esto significó para Washington como exagerar el impacto inmediato que habrá de tener la CELAC. No es un misterio para nadie que la extrema heterogeneidad sociopolítica del continente (desde la Revolución Cubana hasta el régimen títere de Porfirio Lobo en Honduras -instalado por la Casa Blanca al derrocar a Mel Zelaya- pasando por Santos, Calderón, Martinelli, Chinchilla, Cristina, Dilma, el “Pepe” Mujica, Humala hasta llegar a Chávez, Evo y Correa) habrá de constituirse en un muy serio obstáculo a la hora de pasar del inconsecuente plano de los discursos a las acciones concretas en candentes asuntos regionales. Pongamos un par de ejemplos: uno, es bien sabido que Washington dispone de grandes partidas presupuestarias así como “asesores” y otros recursos para “ayudar” a actores locales que en diversos países hostigan o procuran desestabilizar (cuando no derrocar) a gobiernos que no son de su agrado. Bolivia, Ecuador y Venezuela, además de Cuba, son blancos favoritos de estas políticas. Si en muchos casos esta ingerencia imperial se procesa a través de organizaciones de pantalla, en otros el involucramiento en la política de los países latinoamericanos se realiza de forma abierta, directa e inmediata por las agencias u organismos federales como la DEA, la CIA y la USAID, entre los más importantes. ¿Será posible que la CELAC condene esas prácticas intervencionistas del imperio y tome las decisiones requeridas para neutralizarlas, habida cuenta de su carácter violatorio de la legalidad internacional y su naturaleza profundamente antidemocrática? Parece muy poco probable, si bien bajo algunas circunstancias extremas podría tal vez haber excepciones. ¿Habrá unanimidad en respaldar una política de ese tipo o a otra -y este es el segundo y más crucial ejemplo- que exigiera poner fin al status colonial de Puerto Rico? No parece; tal vez haya sido por eso que varios gobiernos –entre ellos Chile, Colombia y México- insistieron en que todas las decisiones de la CELAC debían adoptarse por unanimidad, temerosos de que los gobiernos más radicales de la región pudieran llegar a constituir una circunstancial mayoría que disguste a los ocupantes de la Casa Blanca y entorpezca las “amigables relaciones” que varios países latinoamericanos y caribeños mantienen con Washington. Por algo los gobiernos que quieren que la CELAC sea un organismo efectivo y no un periódico torneo de discursos están viendo la forma de instituir una normativa que exija una mayoría calificada (en qué proporción es algo que todavía no ha sido decidido) para adoptar las decisiones de la institución.
En relación a este tema el Canciller chileno Alfredo Moreno expresó con absoluta claridad la postura del imperialismo cuando dijo que “la CELAC será un foro y no una organización, que no tendrá sede, secretariado, burocracia ni nada de eso”. Para Moreno, representativo de la derecha latinoamericana, de lo que se trata es de esterilizar un proyecto, de castrarlo a poco de nacer, para reducirlo a una intrascendente sucesión de “cumbres presidenciales” (2012 en Chile, 2013 en Cuba, 2014 probablemente en Costa Rica). Por eso quien finalmente presidirá la CELAC durante este próximo año no será otro que Sebastián Piñera. No hace falta aguzar demasiado la vista para percibir que un proyecto de este tipo, “descafeínado”, es el que respaldará la derecha latinoamericana, cuya carta de identidad es el servilismo y la genuflexión antes los dictados del imperio. Pero hay otro proyecto para la CELAC: en línea con el programa bolivariano del Congreso Anfictiónico de 1826 y con los anhelos de Artigas, San Martín, Sucre, Martí, Morazán, Sandino y tantos otros patriotas latinoamericanos y caribeños. Un proyecto que hace medio siglo fue brillantemente sintetizado en la Segunda Declaración de La Habana, impulsada por Fidel, Raúl y el Che. En fin: la disputa entre los dos proyectos será inevitable, y las circunstancias históricas (profundización de la crisis general del capitalismo, intervencionismo norteamericano en la región, maduración de la conciencia política de nuestros pueblos, etcétera) irán moviendo el fiel de la balanza, ojalá en que un sentido positivo. Hay que recordar que los baluartes de la influencia norteamericana en la región: Piñera, Santos y Calderón, se encuentran sentados sobre un polvorín que puede estallar en cualquier momento.
La actitud de Washington hasta ahora ha sido la de esperar a que se desenvuelvan los acontecimientos. El lanzamiento de la CELAC ha sido una muy mala noticia para el imperio, pero sabe que todavía cuenta con varias cartas en sus manos. Sabe, por ejemplo, que tiene varios “Caballos de Troya” dentro de la incipiente organización y que en cuanto lo considere oportuno se pondrán dócilmente a su servicio para implementar las órdenes emanadas desde la Casa Blanca. Sabe también que su incansable labor de desestabilización de los gobiernos más radicales puede debilitarlos, creándoles dificultades que afecten su protagonismo en el marco de la CELAC. Sabe, por último, que sus cantos de sirena hacia los gobiernos de la así llamada “centroizquierda” (Argentina, Brasil, Uruguay, ¿Perú?) puede tentar a algún gobernante a desertar del proyecto emancipador que se encuentra en las raíces históricas de la CELAC y que fueran actualizadas por Fidel, Raúl, Chávez, Evo y Correa, para no nombrar sino las principales figuras. Los gestos reconciliatorios de Obama con el gobierno de Cristina Fernández y la permanente labor de seducción que la Casa Blanca ejerce sobre Brasilia se encuadran inequívocamente como piezas de esta estrategia. Separar a la Argentina y el Brasil del proyecto radical de la CELAC, aislar a Chávez, Evo y Correa y, de paso, ajustar más el torniquete del bloqueo contra la Revolución Cubana. El imperio no dejará nada librado al azar. El premio es muy grande: 20 millones de kilómetros cuadrados, un mercado de 600 millones de habitantes, siete de los diez principales productores de minerales estratégicos del mundo, la mitad del agua dulce y de la biodiversidad del planeta tierra, además de petróleo, gas, energéticos de todo tipo y alimentos como para saciar el hambre de más de mil millones de personas. Y, como lo recordaba el Che, “América Latina es la retaguardia estratégica de Estados Unidos”, y bajo las actuales condiciones de crisis económica internacional y acelerada descomposición del precario “orden mundial” creado por Washington desde la posguerra esa retaguardia adquiere un valor supremo. Por eso debemos librar la batalla por la CELAC, para que el proyecto emancipador que le dio nacimiento sea quien finalmente prevalezca y abra aquellas grandes alamedas de las que hablara Salvador Allende en su último discurso, y por las cuales transitarían nuestros pueblos en su larga marcha hacia la justicia, la libertad, la autodeterminación nacional y la democracia.
Atilio A. Boron
Atilio A. Boron es Director del PLED Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales Centro Cultural de la Cooperación "Floreal Gorini". Su blog personal es: www.atilioboron.com.ar |
|
|
Primer
Anterior
2 a 7 de 7
Siguiente
Último
|
|
De: Marti2 |
Enviado: 27/12/2011 05:33 |
CELAC y la invisibilización del colonialismo en América Latina y el Caribe
Inspirados en el Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826, acto fundamental de la doctrina de la unidad latinoamericana y caribeña, en el que nuestras jóvenes naciones soberanas plantearon la discusión de los destinos de la paz, el desarrollo y la transformación social del continente;
Declaración de Caracas, fundación de CELAC, 3 de diciembre de 2011, Punto número 16.
Decidir sobre el apoyo a la independencia de Cuba y Puerto Rico, así como de las Islas Canarias y las Filipinas. Agenda del Congreso Anfictiónico de Panamá, reunido del 22 de junio al 15 de julio de 1826. Punto número 3.
La fundación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) tiene un valor extraordinario para nuestros pueblos.
La coyuntura política que va cobrando forma en América Latina y el Caribe desde hace poco más de una década ha creado las condiciones para dar una paso firme en defensa de la soberanía e independencia verdaderas. Los esperanzadores procesos que se dan en Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, unidos a la experiencia de medio siglo de la Revolución Cubana, sirven de zapata para este esfuerzo renovado.
Sin embargo, para quienes levantamos la bandera del anticolonialismo y defendemos el derecho a la independencia nacional –en Puerto Rico o en cualquier otra colonia– es motivo de preocupación la manera como la CELAC ha obviado la discusión del problema colonial en Nuestra América.
En el documento aprobado por esos países en la Cumbre de Cancún celebrada en febrero de 2010, y que fue antecedente inmediato de la Cumbre de Caracas, no se dice ni una palabra sobre el colonialismo.
En el documento denominado Declaración de Caracas, aprobado el pasado 3 de diciembre al fundarse CELAC, el concepto colonialismo aparece una sola vez, en el punto número 25, colocado de manera insignificante y poco comprometedora.
El caso colonial de Puerto Rico no se menciona ni en uno ni en otro documento. Conclusión: en lo que respecta a sus documentos oficiales, para CELAC no hay un problema colonial vigente en América Latina y el Caribe –quizás excepto en Las Malvinas– y Puerto Rico simplemente no existe.
Tampoco existimos en las intervenciones de jefes de Estado que conocen al dedillo todo este asunto. No dijeron ni una letra sobre el problema colonial en América Latina y el Caribe y mucho menos sobre el caso colonial de esta nación caribeña y latinoamericana que se llama Puerto Rico. La única excepción honrosa fue el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega. Lo peor de todo es que no lo hicieron por desconocimiento.
Damos fe ante nuestros lectores y ante el pueblo independentista que durante los pasados años hemos movido cielo y tierra, que nos hemos reunido con presidentes, cancilleres, dirigentes de partido, embajadores; que hemos visitado capitales, sostenido reuniones en la ONU y en eventos internacionales; que hemos escrito ensayos, cartas, artículos… explicando una y otra vez, y reclamando comprensión y solidaridad. Que insistimos en que se invitara a una delegación de Puerto Rico en lucha, para estar presente allí, como hubiera querido el Libertador, cuyo nombre se evocó a cada instante en esos días en Caracas.
Todo fue infructuoso.
Es evidente que hay una decisión política de disminuir el alcance del debate sobre el colonialismo y sobre todo de achicar el alcance del debate sobre el caso colonial de Puerto Rico. Una decisión que data de algún tiempo atrás. Se pretende de invisibilizar una lucha que a quien primero le debe interesar es precisamente a los países que tanto celan su soberanía, amenazada desde cada base militar ubicada en cada una de esas colonias. Una decisión en la que están involucrados nada menos que quienes se supone que sean nuestros principales aliados. Una decisión que es peligrosamente equivocada, fruto de temores infundados y reflejo lamentable de debilidad frente a la gran potencia que quisieron excluir del cónclave subcontinental. Una decisión que hay que rectificar a la mayor brevedad, para bien de CELAC y del porvenir. En efecto, unos y otros ausentes marcarán el derrotero de CELAC.
Una decisión que no se sublima con el premio de consolación de invitar al cierre cultural de CELAC, a Calle 13 –hijos del gran ausente, Puerto Rico– para que le cantara ¡a la unidad latinoamericana y caribeña!
Julio Muriente Pérez
Julio Muriente Pérez es profesor universitario y Copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano.
|
|
|
|
De: Marti2 |
Enviado: 28/12/2011 04:44 |
CELAC, ecos y silencios en torno a una Cumbre
La Cumbre fundacional de CELAC ha concluido y resulta interesante examinar, el impacto internacional que la misma ha tenido, más allá de nuestras fronteras.
Hay quienes desean poner el énfasis en un aspecto en torno al cual nunca ha habido acuerdo –y cuando digo nunca me refiero a los últimos casi 200 años– respecto a que si nuestra integración debe ser con Estados Unidos (a través de la OEA y el sistema panamericano) o sin Estados Unidos (ahora a través de CELAC y el sistema latinoamericano y caribeño). Jamás se ha dicho que nuestra integración debe ser contra Estados Unidos. El derrotero que siga CELAC estará determinado por la decisión de nuestros pueblos expresada a través de sus gobiernos y porque no decirlo de la actitud que asuma Estados Unidos respecto a CELAC.
Por ello es imperativo revisar las primeras reacciones, sólo algunas horas después de finalizada la Cumbre. José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, declaró que la CELAC puede ser una buena instancia para enriquecer el diálogo a nivel interamericano y funcionar, ambos estamentos, en paralelo. Es la opinión de alguien que debe estar viendo con preocupación la posible pérdida de protagonismo de la OEA respecto de CELAC para la solución de las controversias en la región.
Por su parte, Estados Unidos evitó darle alguna validez a la nueva organización y defendió el rol de la OEA. El portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Mark Toner señaló que, “hay muchas organizaciones subregionales en el hemisferio, nosotros pertenecemos a algunas y a otras no, nosotros seguimos trabajando a través de la OEA, que es la organización multilateral preeminente que habla por el hemisferio”. Su posición es clara, resalta los conceptos de “preeminencia” y “hemisferio”. Para la CELAC el concepto hemisférico no tiene ningún valor porque es una instancia de naciones del sur del Río Bravo. Esto marca dos diferencias de origen que son fundamentales, porque hasta ahora la OEA no ha hablado por el hemisferio sino por Estados Unidos y las oligarquías que le dieron origen en 1948.
La organización Humans Right Watch (HRW), organización que tiene su sede en Estados Unidos ha sido la primera institución en criticar propuestas de la CELAC, como la idea del presidente Rafael Correa en ofrecer una alternativa a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) , con sede en Washington. También, al igual que Insulza, HRW debe estar viendo con nerviosismo lo que deben suponer competencia en materia de derechos humanos que haga patente su pérdida de credibilidad en la región.
En España, el diario fascista La Razón tituló “Colombia defiende el valor de la OEA con Washington.” Sin embargo, en el cuerpo de la noticia se puede leer algo bastante distinto: “ Juan Manuel Santos no cree que la Celac amenace la existencia de la OEA”. En este pasquín, la mentira y la desinformación son lo habitual.
La respuesta viene dada por Carlos, un cibernauta quien comenta el manejo informativo más objetivo que hace sobre la Cumbre el periódico digital Tercera Información. Dice “No esperaba menos de los medios de desinformación, resido en España y la noticia es casi vana y manipulada…” y más adelante. “Del resto de Europa lo mismo, pero, eso no son los pueblos de Europa,” El País” no es España, “La Razón” no es España, España somos el pueblo y no somos los propietarios de grandes multinacionales y de las televisiones y periódicos que manipulan las noticias para el interés de sus negocios, Europa somos los pueblos no los miserables políticos que dicen representarnos”. Nada más que agregar. Ver en http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article31504
Desde otra visión se manifestó la República Popular China en carta enviada por su presidente Hu Jintao a la Cumbre en la que expresó que "La parte china siempre aborda los vínculos entre China y América Latina y el Caribe desde una perspectiva estratégica y está dispuesta a reforzar el diálogo, el intercambio y la colaboración con la CELAC", La misiva indica la disposición china a hacer "esfuerzos conjuntos a fin de establecer y desarrollar una alianza, bajo los preceptos de igualdad, beneficio mutuo y desarrollo compartido para la cooperación integral" bilateral. Destaca "la idéntica voluntad" de los países latinoamericanos y caribeños en "la salvaguardia de la paz regional y la promoción del desarrollo compartido en las nuevas circunstancias", así como el "papel altamente positivo" de la región en los asuntos internacionales y regionales y manifiesta su convencimiento de que la creación de la CELAC "contribuirá de forma significativa al fortalecimiento de la unión y la coordinación entre los países de la región para enfrentar conjuntamente los desafíos mundiales". Finalmente resalta que en este siglo las relaciones entre China y Latinoamérica vienen "desarrollándose de manera integral y rápida" con una "constante ampliación" de la cooperación.
Que cada quien saque sus propias conclusiones.
Sergio Rodríguez G. Barómetro Internacional
sergioro07@hotmail.com
|
|
|
|
De: Marti2 |
Enviado: 28/12/2011 04:46 |
Celac, un futuro prometedor
La necesidad de coordinar un proyecto de integración latinoamericano y caribeño es prioritaria. Más allá de las diferencias ideológicas y políticas, el sentimiento de pertenecer a un continente es el punto de partida, sobre todo cuando dicho proceso ha sido abortado en repetidas ocasiones por intereses ajenos a la región. Parafraseando a Ernest Renan en su clásico ensayo ¿Qué es una nación?, podemos decir que no bastan la raza, ni la afinidad religiosa, ni los intereses, ni la geografía, ni las necesidades militares para articular un espíritu de unidad. El alma de una nación es la suma de pasado y presente, articulado bajo un legado histórico, una memoria colectiva y el deseo, la voluntad política, de mantener dicho legado como parte de una convivencia común.
España, Inglaterra, Francia o Estados Unidos han conspirado para evitar que dicha unidad estratégica se produzca. Una región débil, llena de reinos de Taifas, es la mejor manera de mantener la opresión imperial. La historia es rica en ejemplos. La estrategia disgregadora ha estado presente desde las guerras por la independencia libradas a principios del siglo XIX. Haití fue la primera en sufrir las consecuencias. Promover intereses caudillistas y oligarquías regionales fue el punto de partida para desmembrar el continente. El resultado no pudo ser más beneficioso para Estados Unidos y las potencias extranjeras. Poco duró la República Federal Centroamericana, cinco países acabaron con el proyecto de Francisco de Morazán. Otro tanto ocurría en la América meridional. El ideal de Simón Rodríguez, Francisco de Miranda y Bolívar, la patria grande, fue dinamitado desde dentro. Espurios intereses se aliaron para provocar la ruptura de lo que había sido la Gran Colombia. Tampoco México quedaría al margen de la atomización del continente. El afán expansionista de Estados Unidos le arrebataría Texas, California, Nuevo México y Arizona, entre otras, después de una cruenta guerra, donde la bandera de Estados Unidos se izaba en su capital. Las grandes potencias no dudaron en promover asonadas, financiar a traidores e invadir, si con ello podían mantener su control territorial y la explotación de los recursos naturales. El siglo XIX se despidió como entró, en medio de luchas por evitar cualquier principio de unidad latinoamericana y caribeña. Estados Unidos lentamente iba consolidando su poder en la región. La guerra hispano-cubana-estadounidense (1898) le dio el control de Cuba, transformando la isla en un protectorado. Y el siglo XX hizo su entrada de igual forma. En 1903, Colombia vería cómo una parte de su territorio se desgajaba, dando origen a la formación de un nuevo Estado, Panamá. Estados Unidos no podía estar más contento. Tras el fracaso de Francia en la empresa de construir un canal que uniese los océanos Atlántico y Pacífico, podía iniciar su proyecto. Panamá, nada más comenzada su andadura como Estado independiente, se convirtió en semicolonia. La enmienda Platt se hizo carne en su primera Constitución. El artículo 136 la recoge bajo esta redacción: El gobierno de Estados Unidos de América podrá intervenir en cualquier punto de la república de Panamá, para restablecer la paz pública y el orden constitucional si hubiere sido turbado en el caso de que por virtud de tratado público aquella nación asumiere, o hubiere asumido, la obligación de garantizar la independencia y soberanía de la república . Así no hay duda de quienes serán los verdaderos dueños del país.
De esta manera se construyó una región sometida y controlada por Estados Unidos. Lentamente los potencias extracontinentales fueron perdiendo fuerza. Aquí comienza otra andadura, la justificación ideológica para mantener a los pueblos latinoamericanos sojuzgados. Nace el panamericanismo. Pero tras la Segunda Guerra Mundial, surge un nuevo orden. Por primera vez en la historia de Occidente, el eje del poder cambia de continente. La vieja Europa cede su trono a Estados Unidos y el rancio panamericanismo muta bajo el paraguas de la Guerra Fría. El Tratado Interamericano de Defensa Recíproca (TIAR) y su corolario político, la Organización de Estados Americanos (OEA), en 1948, serán los diques de contención frente a los proyectos antimperialistas de liberación nacional. Ambas organizaciones, el TIAR y la OEA, mostrarán su cara más grotesca a pocos años de su creación. Primero avalando el golpe militar en Guatemala, en 1954, contra Jacobo Arbenz orquestado por la CIA en colaboración con el gobierno Honduras y El Salvador, entre otros, y segundo, avalando el bloqueo económico y político a Cuba, y posteriormente orquestando su expulsión en 1964. La existencia de la OEA en la región ha sido un factor desestabilizador. Baste recordar la complicidad guardada frente a los golpes de Estado y las dictaduras militares establecidas en los años 70 del siglo pasado. Su principal papel ha sido obstruir la creación de cualquier proyecto latinoamericano y caribeño cuestionador de la hegemonía estadunidense. Así, no faltan motivos para pedir su disolución.
En estos días mucho se escribe sobre la iniciativa de fortalecer la reciente iniciativa que vio la luz en Caracas, crear una Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), y no es baladí. Tras verificar los beneficios de contar con organizaciones regionales sin presencia de Estados Unidos, Unasur y Alba, por ejemplo, la decisión de los 33 países que han decidido presentar la Celac supone un salto de calidad. No dudamos de las dificultades de ponerla en marcha. Estados Unidos hará lo posible para conseguir su fracaso, recurriendo a todo tipo de artimañas posibles, apoyándose, de paso, en mezquindades políticas. Es en este campo de condiciones adverso, donde le toca navegar al sueño de los libertadores, la construcción de la Patria Grande, anhelada como un factor identitario, más allá de la diversidad política e ideológica. Su destino dependerá de la voluntad política para no caer en el desaliento y la traición. En eso consiste la batalla.
Marcos Roitman Rosenmann La Jornada
|
|
|
|
De: Marti2 |
Enviado: 28/12/2011 07:26 |
CELAC y la geopolitica del siglo XXI
La reciente instalación de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC), no debe ser banalizado y mucho menos minimizado, tal como han pretendido sectores políticos opuestos al presidente Chávez. La CELAC se articulo con un conjunto de esfuerzos, surgidos de iniciativas de la cancillería venezolana pero que han tenido eco en el contexto de cambio político en Nuestra América. Este tipo de iniciativa, responde en 1er lugar, al contexto del sistema-mundo. La geopolítica del Siglo XXI es un juego de factores o grupos geográficos, con determinantes económicas. Por un lado, la denominada Zona Euro, con Inglaterra, Francia, España, Italia, Alemania a la cabeza; que cuentan con un espacio geoeconomico definido, con libertad de circulación de sus ciudadanos, con un Banco central Europeo y un empuje económico, que no deja de tener dificultades, tal como lo demostró la reciente crisis en Grecia; sin embargo es innegable su fortaleza geoestratégica.
Por otro lado, debe tomarse en consideración al bloque asiático, con China a la cabeza, India y Paquistán, así como Malasia, Japón, Indonesia, Corea del Sur, que tienen dos características claves: población económicamente cautiva y mano de obra barata, que facilita la instalación de maquilas, que generan ingresos, influencian el crecimiento económico al mismo tiempo que hacen circular dinero en los mercados financieros. Hay un tercer bloque, más heterogéneo, con los EEUU a la cabeza, que tiene la fortaleza de una unidad estructural con México y Canadá, en donde se han incorporado a través de Tratados de Libre Comercio (TLC) Panamá, Colombia, Perú entre otros países. ¿Que significa esto en el escenario mundial? Significa que Nuestra América, con más de 500 millones de habitantes, con las mejores reservas de agua potable y biodiversidad debe actuar como un bloque estratégico en este siglo. Aun dentro de una diversidad de sistemas políticos, en cuanto a su inclinación en el espectro derecha-izquierda. No hacerlo sería sucumbir a este juego geoestratégico en el cual se encuentran los bloques que hemos descrito inicialmente.
Podría alegarse que cómo se pretende una unidad entre gobiernos tan disimiles como el de Piñera en Chile o Chávez en Venezuela. La respuesta es que la CELAC no pretende cohesión en cuanto a las formas de gobierno, pero si pretende que estos gobiernos – con sus diferencias- sobrevivan en el contexto mundial de competencia y control por petróleo y recursos hídricos. Por otra parte, no puede perderse de vista que la CELAC busca funcionar en el contexto de un conjunto de iniciativas de integración de diverso tipo, tal como MERCOSUR o la UNASUR. Entre una y otra, no hay duda de la existencia de diferencia, pero por encima de ellas hay un espacio de coincidencia entre Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Brasil, conjuntamente con Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú y por supuesto Venezuela.
Algo más delicado aun, es que la CELAC corresponde a un escenario geopolítico que busca dar una respuesta estructurada al hecho que los EEUU viene adelantando una prepotencia agresiva en el escenario mundial, que ya ha actuado con total impunidad – con la anuencia de los otros bloques geoestratégicos que hemos descrito- y que amenaza el espacio vital (en términos geopolíticos) de Nuestra América, sobre todo por la circunstancia que el mantenimiento de la Guerra en Irak y Afganistán le significa a los EEUU un gasto en gasolina superior a los 210 millones de US$ semanales, lo que lo obliga a buscar fuentes de abastecimiento más cercanas, en términos geográficos; y esas fuentes solo se encuentran en el espacio compartido por Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Brasil y Venezuela.
Por lo tanto, la CELAC es una jugada estratégica de contención e intento de alineamiento estratégico ante un escenario – cada vez más próximo- de la aplicación del “hard power” (poder duro) militar y económico de los EEUU. Ya este es un escenario que ha comenzado a darse. La aplicación en Colombia del denominado Plan Colombia desde 1999 ha significado la maximización de la presencia militar de asesores y entrenadores del Ejercito de los EEUU en ese país, dando como resultado que Colombia haya pasado de tener menos de 200.000 hombres en armas a mas de 480.000; constituyéndose no solo en el ejercito más numeroso de Suramérica, sino en uno de los países que mayor gasto militar tiene en la región; causando desequilibrios en las condiciones militares que son utilizados como elemento de presión por parte de los intereses del Pentágono y las corporaciones económicas con sede en EEUU.
Si a eso le agregamos el hecho que los EEUU han redefinido su política de Seguridad nacional, asumiendo los lineamientos del denominado Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC en sus siglas en ingles), que los ha llevado a plantearse una revolución en Armamento Militar (RAM) que implica la supremacía estratégica mediante la aplicación de los avances tecnológicos en el campo del combate, que se traduce en bombardeos no tripulados, armas “más inteligentes”; apoyo aéreo y guerra tecnológica; todo ello destinado a lograr la supremacía sobre aliados y enemigos históricos (Rusia y China); nos encontramos que la CELAC tiene más sentido aun.
Dr. Juan Eduardo Romero historiador
|
|
|
|
De: Marti2 |
Enviado: 28/12/2011 08:04 |
Integración: Brasil impone su modelo
Lo que se cocina en el continente
Quien piense que la constitución de CELAC o las reuniones previas en Caracas de UNASUR son versiones de las Cumbres Iberoamericanas o meros actos propagandísticos no sabe lo que se cocina en el continente. Latinoamérica y el Caribe dan pasos de gigantes tan necesarios como peligrosos, con el marchamo de Brasil. Conoce el nuevo y soberano “paradigma del Sur”.
Hay medios de comunicación y analistas que gustan de quedarse en la epidermis de los hechos políticos. Visto así, el nacimiento de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe) o los avances de UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) se cuentan con anécdotas: que si Hugo Chávez ha dicho esto, que si Raúl castro ha dicho aquello; que si Chávez le regala un cuadro a Cristina Fernández o que si el viejo Mujica se queja de aquello otro…
Eso tiene público y es fácil. En los países del Norte han relegado la noticia del nacimiento de CELAC a la última página y en los diarios de la élite del Sur la dimensión dada a este acontecimiento político peca de enanismo. Los acuerdos de los ministros de UNASUR merecen, si acaso, notas en medios especializados en economía. Mientras se impone esta sombra informatica, los estados de Latinoamérica y del Caribe dan pasos muy calculados hacia la autonomía política y el desarrollo económico capitalista. Lo primero es esperanzador; lo segundo, con la batuta brasileña marcando ritmo, puede ser tan beneficioso como peligroso (por el desarrollo de megaproyectos que atenten contra los pueblos y calienten el volcán social).
CELAC nace a la sombra, o con el empujón, de UNASUR, excluye a Estados Unidos, da peso a Cuba y a El Caribe, más allá del Caribe hispanohablante, incluye a México pero no como contrapotencia de Brasil, y respeta el papel de Venezuela como nuevo puente diplomático en la región. Una arquitectura compleja para una nueva forma de entender la integración que, de momento, no tendrá estructura organizacional propia ni más poder regional que el que quiera ceder UNASUR.
La brújula de UNASUR
UNASUR no es un club de amigos. Es un proyecto a mediano y largo plazo que es la punta de lanza de la nueva voz de América Latina y que, extrapolado a la CELAC, debe certificar el final de la injerencia estadounidense en esta megarregión de 600 millones de habitantes.
Fundada oficialmente en mayo de 2008, en Brasilia, UNASUR cuenta con doce países suramericanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. En sólo 3 años, UNASUR –con 390 millones de habitantes y el 5,9% del PIB mundial- ha cambiado la realidad del continente. Primero, con hechos de integración política y de peso diplomático en la gestión de los conflictos del Sur. Después, mostrando los dientes con proyectos específicos de consecuencias definitivas.
Hace apenas unos días, el 30 de noviembre, se reunía en Brasilia el Consejo Suramericano de Infraestructuras y Planeamiento (Cosipan). Allí, según relataba los medios económicos, se definieron 31 proyectos prioritarios con una inversión de 13.700 millones de dólares. Los corredores ferroviarios (Brasil-Chile y Brasil-Bolivia-Chile) y las megacarreteras (Venezuela-Colombia-Ecuador y Perú-Brasil) que garantizarán las salidas al Pacífico de las exportaciones brasileñas son el núcleo duro de este plan de inversiones que va hasta 2022: una lista selecta del conocido IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana). El plan demonizado por las izquierdas continentales es ahora asumido por UNASUR como propio.
Esta noticia significa la ratificación de un modelo agroindustrial y extractivo en el que Brasil lleva el liderazgo mientras el resto de países de la región tratan de beneficiarse por los laditos. De hecho, el grueso de estas inversiones serán financiadas por el banco público BNDES de Brasil. No hay casualidades en este modelo, sino la necesidad del proyecto subimperial brasileño de ganar la salida al Pacífico, de imponer sus criterios en Mercosur y de afianzar su papel de semáforo regional ante el avance de otras potencias como China o los posibles intentos de Washington de reeditar viejas épocas de control.
En el Norte global, todos los cañones enfilan contra Hugo Chávez, en un ejemplo de ceguera -por desprecio o por interés- y de facilidad. Pero, en realidad, es Brasil quien imanta la brújula del bloque, orientado al modelo extractivo de recursos y energía, así como de monocultivos intensivos que son, al mismo tiempo, los que mayor conflictividad social generan en la región. Países como Perú pueden adjudicar el 71% de los conflictos sociales a temas relacionados con la minería y un 8% a los hidrocarburos, así como el 3% tiene que ver con la gestión de los recursos hídricos (reporte de Conflictos Sociales No 62). Un patrón similar se repite en Bolivia y en Ecuador. Si el desarrollismo gana en esta definición soberana de América Latina y El Caribe la reacción de los sectores excluidos puede ser violenta y la culpa se repartirá entre los propios Gobiernos del Sur y los aliados inversionistas del Norte.
La Defensa
La realidad es más angulosa de lo que trasluce en las noticias. UNASUR tiene muchos comités, pero ninguno de Derechos Humanos o de participación política. Los grandes temas son las infraestructuras, la energía, la conectividad y… por supuesto, la Defensa. Es evidente que no hay construcción de poder regional sin una vocación militar integrada y eso UNASUR lo tiene claro.
La reunión extraordinaria de Ministros de Defensa de los 12 se celebró en Lima (Perú) unos días antes del nacimiento de la CELAC. Allí quedó claro que los objetivos son, entre otros, crear una agencia espacial regional y desarrollar aviones no tripulados –como los que están agrietando a punta de bombas sin rostro Pakistán o Afganistán-.
El discurso tiene matices, como que el programa espacial será con fines pacíficos, pero parece bastante ‘militar’ el proyecto de avión caza de entrenamiento que lidera Argentina o el del avión no tripulado que coordina Brasil. Tal y como confirmó el ministro de Defensa de Argentina, Arturo Puricelli, se trata de avanzar en el campo de la ciencia, la tecnología y la industria… pero aplicado a la defensa.
Esta última década ha supuesto la consolidación de Brasil como potencia emergente y ha demostrado viable la estrategia de cooperación Sur-Sur impulsada de forma radical por Venezuela
El Consejo Suramericano de Defensa (CSD) pone a todos de acuerdo y mereció las felicitaciones de la colombiana María Enma Mejía, secretaria general de UNASUR en este puesto rotatorio. Nadie podrá echar en cara, entonces, que Brasil haya desplegado casi 7.000 soldados en su frontera amazónica con Bolivia o las inversiones millonarias en Defensa de Chile o Colombia.
Soberanía por los cuatro costados
Cuando la CELAC esté madura para sustituir a la Organización de Estados Americanos (OEA) –momento que llegará antes de lo esperado-, UNASUR ya habrá allanado el camino para la consecución de un bloque regional más integrado de lo que quisiera Estados Unidos o, incluso, Europa.
Fue en la IV Cumbre de las América, en Mar de Plata, cuando Argentina, Brasil y Venezuela tumbaron el proyecto estadounidense del ALCA (el tratado de libre comercio continental) y pusieron en marcha un modelo más pensado de lo que se podía imaginar entonces. Néstor Kirchner, el que fuera presidente de la Argentina, lo dejó claro en su discurso: “La única manera de hacer sustentable el proceso de desarrollo es el incremento de la creación permanente de riqueza. Hace falta que en los programas macroeconómicos la variable distributiva se tenga presente y lo esté activamente. Se trata de que se aumente la producción, la inversión y por ende la creación de riqueza, y de ayudar a distribuir mejor la riqueza que se crea”. Es decir, más capitalismo pero con una lógica ‘social’. Café para más gente pero, ante todo, más café.
Esta última década ha supuesto la consolidación de Brasil como potencia emergente, ha demostrado viable la estrategia de cooperación Sur-Sur impulsada de forma radical por Venezuela, y ha confirmado que los viejos modelos de la derecha –que siguen imperando en México, Guatemala o Colombia- no han logrado mejores resultados.
En este 2011, se podría decir que asistimos a la confirmación de la estrategia cuya ecuación clave es la de autonomía y cooperación. Autonomía respecto al Norte Global y cooperación para equilibrar fuerzas.
En esa línea, el 29 de noviembre, los ministros de Comunicación y Tecnologías de la Información de UNASUR firmaron un compromiso trascendental en Brasilia. Ese día, anunciaron el desarrollo del llamado mega-anillo de fibra óptica. Si Venezuela se ha empeñado en romper el bloqueo cibernético que sufre Cuba tendiéndole un cable directo, UNASUR pretende acortar distancias y evitar que Washington pueda fisgonear el tráfico de datos de Latinoamérica y del Caribe, cuyo 80% pasa por Estados Unidos.
Hasta el día de hoy una conexión a Internet entre países vecinos en Suramérica tiene que pasar irremediablemente por el Norte. En dos años, el mega-anillo de 10.000 kilómetros de fibra óptica de UNASUR supondrá una revolución no armada frente al poder hasta hace poco imperial de Estados Unidos. Por si faltaba algo, Brasil va a presentar en el seno de Naciones Unidas una iniciativa para “democratizar” Internet. “Tal y como está Internet no es inclusiva, no es segura, no es justa ni deseable”, explicaba el embajador de Brasil en la ONU, Tovar da Silva Nunes, al criticar el control casi absoluto que tienen de la red las empresas estadounidenses.
Si el parlamento de Uruguay da su aprobación –es el último que resta-, el Banco del Sur abrirá sus puertas con unos 6.000 millones de dólares en fondos y 7 miembros
María Enma Mejía ya dijo en Caracas este sábado que el tema de la fibra óptica y del alojamiento web en Estados Unidos es “un asunto de soberanía” y, lo que se está cocinando en América latina y El Caribe es, probablemente, el momento político soberanista más importante desde las independencias ‘controladas’ de las colonias europeas.
Las próximas citas son clave. Primero, el 15 de diciembre, debería nacer el Banco del Sur, una iniciativa impulsada en un inicio por Venezuela y repotenciada por Brasil. Si el parlamento de Uruguay da su aprobación –es el último que resta-, el Banco del Sur abrirá sus puertas con unos 6.000 millones de dólares en fondos y 7 miembros: Brasil, Argentina y Venezuela como principales accionistas, Ecuador y Uruguay siguiéndolos y cerrando el grupo Bolivia y Paraguay. Esta institución será la precuela del denominado Fondo de Latinoamericano de Reservas (FLAR). Es decir, toda una arquitectura financiera y monetaria soberana, alejada de los, hasta ahora, árbitros de las economías nacionales del Sur: el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Después, a finales de enero de 2012, el Consejo Energético de UNASUR debe cerrar un tratado regional en la materia que complemente el plan de inversiones del Consejo de Infraestructuras.
El proceso es imparable y quizá sea significativo y simbólico que la secretaria general de UNASUR, designada por el presidente conservador Juan Manuel Santos, reproduzca un lenguaje, además, impropio de las élites colombianas. Para ella, los avances de UNASUR y de la CELAC demuestran que la región "ahora está dando y dictando su propia receta de Sur". “Si en el pasado tuvimos una receta que nos impusieron, que fue el consenso de Washington, ahora nosotros creamos nuestro propio paradigma en el Sur y el mundo debe oírlo”.
Paco Gómez Nadal Otramérica
|
|
|
|
De: Marti2 |
Enviado: 28/12/2011 08:13 |
La CELAC frente a los enanos de trenzas largas…
El 2 de diciembre se reunieron los líderes de 33 países latinoamericanos en Caracas en una cumbre histórica, la Cumbre de la CELAC –Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Con esta reunión se constituye un organismo que tiene el propósito de decidir en el Sur los problemas y asuntos del Sur. Nace en un momento oportuno, al tiempo que Europa y los EEUU enfrentan problemas serios o graves y cuando se anuncia una nueva recesión mundial, recesión que en realidad no nos ha abandonado desde el 2008.
En la página de Telesur, Juan Carlos Monedero se pregunta si es este el principio del fin de la OEA y la ONU. Nos recuerda palabras del Che, quien describió a la OEA como “Ministerio de Colonias” de los EEUU. Creo que Monedero acierta en otro punto cuando explica que los visionarios de la CELAC apostaron por la ampliación en vez de por la profundización y mostraron al hacerlo el carácter generoso de los impulsores del proyecto, fundamentalmente de los miembros del ALBA. Monedero los describe como los mas “desprendidos” de los latinoamericanos; yo prefiero nombrarlos como los más solidarios, las mejores personas, o como dijera Hugo Chávez mismo como esos “locos de amor” por América Latina. Y de vuelta al Che, sabio, recordándonos que esa es y debe ser la tarea de los revolucionarios, el amor. El amor implica riesgos; esperamos que ese giro en favor de la inclusión se pruebe una decisión inteligente. Personalmente me recuerda un dicho de mi bisabuela: a los amigos cerca y a los enemigos màs cerca todavía.
Se me viene a la mente lo que Chávez compartiera sobre Simón Bolivar, cuando desde Santa Marta y antes de morir, el 25 de septiembre de 1830, explica que está dispuesto a entregar su vida, su felicidad y hasta su honor por la causa (humana latinoamericana) pero que ese sacrificio sería inútil pues “nada puede un pobre hombre contra un mundo entero.” Y clarifica que los “tiranos de mi país me lo han quitado…yo no tengo patria por quien hacer el sacrificio final.” Chávez explica que así es, que todo estaba al revés, y que prontito matan a Manuel Dorrego y a Antonio de Sucre y se tienen que ir al exilio San Martin, O’Higgins y Artigas –hablando de algunos de nuestros padres fundadores, porque los latinoamericanos tenemos padres fundadores más generosos y humanizados, diría, que los padres fundadores del Norte, estos últimos siempre preocupados por la dominación y aquellos nuestros por la liberación. Pero quienes fueron los que dejaron sin patria a nuestros padres, pues esos “enanos de largas trenzas que se adueñaron de nuestros países.” La historia los nombra, en el caso de mi país, Uruguay, Fructuoso Rivera fue uno de los enanos, además de terminar con el programa Artiguista terminó con las poblaciones aborígenes de mi país. Cada uno de nosotros, latinoamericanos, conocemos los enanos que hemos tenido y que por años le hemos rendido honores porque ellos fueron quienes escribieron la historia que nos han contado en la escuela.
Entonces, con sólo materializarse la Cumbre ha sido un éxito, ya que nos llevamos 200 años tratando de reunirnos de esta forma para decidir sobre nuestro destino, y 500 esclavos, por habernos alejado de la llamada fundamental y dejarnos seducir por esos enanos trenzados que nos han desviado por siglos del destino que con valor y generosidad venían trazando nuestros padres, esos que hoy reclamamos definitivamente como guías y que nos llenan de orgullo con su proceder. Ellos supieron adivinar los peligros de la doctrina Monroe –de América para los Americanos (del Norte) y de las expectativas de Jefferson sobre el destino manifiesto de los EEUU de “tragarse una a una a las colonias españolas.” Ellos no se quedaron dormidos sino que convocaron un congreso también, el Congreso Anfictiónico llamado por Bolivar en 1824. Y aquí estamos hoy, 200 años màs tarde, nuevamente convocados y enfrentando similares peligros.
Primero quiero notar los grandes mensajes de algunos presidentes, por ejemplo el de Evo Morales, que llama a consolidar la gran unidad pero a no olvidar a los responsables internos y externos de las situaciones que enfrentamos. Evo nos recuerda que estamos en medio de una crisis sistémica, estructural, con deudas externas impagables y enfrentando además la deuda del capitalismo mismo que es también impagable. No fue sino hasta que Argentina se negó a aceptar las exigencias del FMI que por primera vez un país les dijo no al pago y luego Ecuador establece la primera auditoría de una deuda, y ahora último en Europa, Islandia cuestiona su deuda, se niega a pagarla y quiere llevar a juicio a los responsables. Evo también habla de la necesidad de retomar la lucha de nuestros antepasados a favor de la creación de sociedades balanceadas –que podemos llamar socialismo del siglo 21, socialismo comunitario, o el buen vivir, que busquen igualdad y la preservación de la dignidad de nuestros pueblos. Habla además de lo importante que es recuperar nuestros recursos naturales, terminar con el estado colonial, las políticas desde arriba y afuera, la creación de nuevos entes financieros, la seguridad ciudadana y la seguridad alimentaria. O sea, gobernar para nuestros pueblos.
Quiero además mencionar algo de lo que dijo Raúl Castro, quien definió a la CELAC como un instrumento político para la unidad y la soberanía, la cooperación y solidaridad, con un ideario que no es homogéneo pero que requiere trabajar en respeto y cooperación buscando la sostenibilidad y la diversidad cultural e interrelacionada, en territorios libres en el futuro de bases extranjeras. Raúl nos recuerda también nuestro rol en Haití y como Haití es la prueba que enfrentamos, que debemos tratar con respecto al pueblo hermano con quien tenemos responsabilidades históricas y éticas de solidaridad. Además nos dice, estamos en medio de la pugna entre intereses oligárquicos y el capital transnacional y los derechos legítimos de los pueblos, en un mundo complejo y convulso, donde reinan políticas de saqueo, corrupción y abuso de poder, neoliberalismo y la violación, por parte de las grandes potencias, del derecho internacional con pretextos y manipulaciones como en el caso reciente de Libia.
Finalmente, quiero mencionar la intervención de Cristina Fernandez, quien trajo a la mesa la idea de que la CELAC es un anillo más de protección a nuestras sociedades en momentos en extremo difíciles. Y, de la presidenta Dilma Rousseff quiero destacar algo que mencionó en su discurso sobre la influencia que ha tenido en nosotros la esclavitud que nos ha hecho creer que es posible desarrollarnos y crecer sin incluir a toda la población, algo totalmente falso y que por primera vez estamos mirándonos a nosotros mismo y viendo a nuestros pueblos y entendiendo que no hay crecimiento sin inclusión.
Todas estas ideas, ricas, igualitarias, solidarias, avanzadas, se enfrentan sin embargo a un mundo crecientemente opresor donde la potencia dominante y sus aliados hacen uso de la tortura abiertamente y como instrumento aceptable, de la amenaza de guerra y la guerra como pan de todos los días, y donde la mentira sustituye a la verdad como en los tiempos de los nazis y para saquear, violando el derecho internacional y los derechos humanos. Y ese mundo opresor que nombro no es simplemente “externo” a América Latina sino interno también. No han faltado quienes han hablado que es una vergüenza que Sebastian Piñera, pinochetista, sea justamente el próximo presidente de la CELAC, yo no voy a defender a Sebastián Piñeara pero digo que al menos con Piñera sabemos con quien estamos tratando y además hay peores, porque Piñera no ha sido comandante de los escuadrones de la muerte, como es el caso de Juan Manuel Santos, de Colombia. Ademàs digo que al menos con Piñera sabemos que su gobierno es neoliberal, con otros pensamos que contamos con gobiernos diferentes y en la práctica tenemos gobiernos neoliberales, como en el caso de Mujica en Uruguay o de Funes en El Salvador.
La CELAC enfrenta desafíos, el primero es el de cuanto de aceptado y dominante es aún el modelo neoliberal, el otro es la cantidad de tratados de “libre comercio” o convenios similares que han sido firmados por nuestros países y que los tienen atados de pies y manos, imposibilitando cambios de políticas en los gobiernos incluso cuando lo quieren hacer. En esa situación está México, y no por Calderón, sino por gobiernos anteriores al del, pues en México la imposición del neoliberalismo y de cambios a la política externa mexicana comenzó en 1988 con Salinas de Gortari y continuó con Ernesto Zedillo del PRI. En Chile las políticas neoliberales fueron fortalecidas por la Concertación, que gobernó 20 años, no por Piñera. En esa misma situación están, Centro América, República Dominicana, Colombia, Perú y Uruguay, todos manejados por funcionarios de gobierno que representan, no los intereses de sus respectivos países, sino los intereses de las instituciones financieras del imperio. Y otro desafío importante son los tratados militares con el imperio, que incluyen bases como en el caso de Colombia, Perú, Paraguay, El Salvador, Honduras y convenios menores con Republica Dominicana.
Es por eso que los comentarios y análisis de periodistas y académicos antes y después de la cumbre se me dan como en exceso optimistas, además de caer en el ridículo de querer identificar a los presidentes de Chile, México, Panamá y Honduras como las “ovejas negras” de la Cumbre siendo que olvidan que una cantidad de gobiernos de la llamada centro izquierda han sido responsables de la firma de instrumentos legales que condenan a nuestros países a la sumisión so pena de tremendas multas y que muchos de estos documentos firmados ni siquiera se han hecho públicos, por lo que no han podido ser analizados y se ignora las obligaciones que nos han impuesto.
Falta comentar los acuerdos solidarios de la Cumbre con respecto al bloqueo contra Cuba y el reclamo por las Islas Malvinas bien habrían podido incluir un reclamo por la situación de Puerto Rico y de otras colonias del Caribe como las Antillas Holandesas, Guadalupe, Martinica y Guayana Francesa bajo el rótulo de “cero colonización en Latinoamèrica.” Y se podría ademas haber incluido una acción inmediata punto seguido de la declaración y el acuerdo, una carta al presidente de los EEUU firmada por todos los mandatarios para poner fin al bloqueo a Cuba.
Nora Fernández Rebelión
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 7 de 7
Siguiente
Último
|
|
|
|
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados | |
|
|