Levantemos las copas por nosotros y brindemos reflexivamente sin rubores.
Brindemos cada uno por sí mismo, a pecho abierto y corazón desnudo, con la voz proyectada y megafónica hacia el más hondo y oculto subconsciente.
Brindemos con franqueza, hermanos míos, por nuestro propio amor tan olvidado, por nuestro propio corazón abarrotado, por nuestro espíritu, cautivos de las cosas.
Brindemos sin reservas por el alma de nuestras propias manos, que se cierran ante cualquier hechizo de espejismo, para que abiertas vuelen con el cáliz.
Brindemos para amarnos dulcemente, como debe amarse un hombre sobre todo para sentir en sí mismo que los otros son lo mismo que él y hermanos suyos.
Poema de la Red
|