La amistad es una senda
Por ella paseas, a lo largo de tu vida, algunas veces es muy largo y placentero, y otras con trampas que nos hacen caer, produciéndonos heridas dolorosas, cuando esto sucede, es mejor alejarse, no sin antes aprender de esa experiencia y perdonar.
Siembra en ella cariño, alegría, sinceridad fidelidad y bondad.
Camina siempre con la frente en alto, el corazón abierto y el alma presta a perdonar.
Tenemos amigos en las distintas estaciones de nuestra vida. Le damos igualmente diferentes grados de importancia y trascendencia.
Nace de inquietudes, pasatiempos o intereses comunes.
Algunas tardan años en formarse y otras tan solo con unos minutos.
Veras como con los años esta amistad se convierte en una eterna... hermandad.
Lo que hace mágica la amistad es ese don que tiene para crear esperanza, en medio de la desolación y la capacidad de hacer ver a nuestros amigos sus cualidades, recursos y espiritualidad interior.
Los amigos son la luz que día a día iluminan nuestra alma.
Siempre debemos estar agradecidos por su amistad, los de aquí, los de allá, los presentes y los ausentes, los reales y los imaginarios, a aquellos que lo han sido en momentos maravillosos e importantes y a aquellos que diciéndose amigos nos han lastimado.
Con todos seguiré caminando esta senda hasta el final.