|
De: FlorM (Mensaje original) |
Enviado: 12/01/2012 14:42 |
VIDA RETIRADA
¡Qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido!
Que no le enturbia el pecho de los soberbios grandes el estado, ni del dorado techo se admira, fabricado del sabio moro, en jaspes sustentado.
No cura, si la fama canta con voz su nombre pregonera, ni cura, si encarama la lengua lisonjera, lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento, si soy del vano dedo señalada, si en busca de este viento ando desalentado con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh campo, oh monte, oh río! ¡Oh secreto seguro deleitoso!
Roto casi el navío, a vuestro olmo reposo hallo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño, un día puro, alegre, libre quiero; no quiero ver el ceño vanamente severo de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Despiértenme las aves con su cantar suave no aprendido, no los cuidados graves de que es siempre seguido quien al ajeno arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo.
Fray Luis de León
Copyright©2012.Webset-- Angelina_ And--Flor Miriam_designs
All rights reserved respetar sello y autoria si deseas utilizarlos | | | | | | |
|
|
Primer
Anterior
2 a 3 de 3
Siguiente
Último
|
|
De: Lalita2 |
Enviado: 12/01/2012 18:11 |
Despiértenme las aves con su cantar suave no aprendido, no los cuidados graves de que es siempre seguido quien al ajeno arbitrio está atenido.
|
|
|
|
De: Marti2 |
Enviado: 13/01/2012 03:20 |
Gracias Flor por compartir a Fray Luis de Leon ...
Va otra de el ...
ODA VIII NOCHE SERENA A Don Loarte
Cuando contemplo el cielo de innumerables luces adornado, y miro hacia el suelo de noche rodeado, en sueño y en olvido sepultado,
el amor y la pena despiertan en mi pecho un ansia ardiente; despiden larga vena los ojos hechos fuente; Loarte y digo al fin con voz doliente:
«Morada de grandeza, templo de claridad y hermosura, el alma, que a tu alteza nació, ¿qué desventura la tiene en esta cárcel baja, escura?
¿Qué mortal desatino de la verdad aleja así el sentido, que, de tu bien divino olvidado, perdido sigue la vana sombra, el bien fingido?
El hombre está entregado al sueño, de su suerte no cuidando; y, con paso callado, el cielo, vueltas dando, las horas del vivir le va hurtando.
¡Oh, despertad, mortales! Mirad con atención en vuestro daño. Las almas inmortales, hechas a bien tamaño, ¿podrán vivir de sombra y de engaño?
¡Ay, levantad los ojos aquesta celestial eterna esfera! burlaréis los antojos de aquesa lisonjera vida, con cuanto teme y cuanto espera.
¿Es más que un breve punto el bajo y torpe suelo, comparado con ese gran trasunto, do vive mejorado lo que es, lo que será, lo que ha pasado?
Quien mira el gran concierto de aquestos resplandores eternales, su movimiento cierto sus pasos desiguales y en proporción concorde tan iguales;
la luna cómo mueve la plateada rueda, y va en pos della la luz do el saber llueve, y la graciosa estrella de amor la sigue reluciente y bella;
y cómo otro camino prosigue el sanguinoso Marte airado, y el Júpiter benino, de bienes mil cercado, serena el cielo con su rayo amado;
—rodéase en la cumbre Saturno, padre de los siglos de oro; tras él la muchedumbre del reluciente coro su luz va repartiendo y su tesoro—:
¿quién es el que esto mira y precia la bajeza de la tierra, y no gime y suspira y rompe lo que encierra el alma y destos bienes la destierra?
Aquí vive el contento, aquí reina la paz; aquí, asentado en rico y alto asiento, está el Amor sagrado, de glorias y deleites rodeado.
Inmensa hermosura aquí se muestra toda, y resplandece clarísima luz pura, que jamás anochece; eterna primavera aquí florece.
¡Oh campos verdaderos! ¡Oh prados con verdad frescos y amenos! ¡Riquísimos mineros! ¡Oh deleitosos senos! ¡Repuestos valles, de mil bienes llenos!»
|
|
|
|
|