”Estoy feliz de unirme a ustedes hoy en lo que quedará en la historia como la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestra nación…”
Intenta buscarlo en Google y te costará encontrarlo. Intenta pedirlo a museos, centros de investigación política o escuelas de pensamiento americanas y te dirán que no, que no lo tienen colgado en ningún sitio, que en todo caso puedes comprarlo por 10 dólares en la tienda. Y si compras ese DVD y lo subes a Internet, para que otros puedan verlo, tu cuenta de usuario puede ser suspendida.
El discurso ‘I have a dream’ de Martin Luther King, uno de los más importantes de la historia de los derechos civiles, tiene copyright y cancerberos dispuestos a protegerlo con celo: la discográfica EMI llegó a un acuerdo en 2009 con los herederos de King y para encargarse de que nadie use ese material sin pasar por caja. En noviembre de 2011, parte de la discográfica ha sido comprada por otro gigante, Sony Music Enterteinment (SME), que se ha hecho cargo del trabajo por ejemplo de retirar de Internet fragmentos del discurso colgado por usuarios sin ánimo de lucro. Como este:
La red se mueve más rápido que la estructura que le persigue – y que ahora intenta rearmarse con iniciativas legales como SOPA o PIPA – y hay varias copias del vídeo que sobreviven en YouTube, a la espera de que llegue la suspensión. Este vídeo funciona en el momento en que estamos escribiendo esto.
La potencia histórica del discurso de Martin Luther King en 1968 ante cientos de miles de personas en las escalinatas del monumento a Lincoln, en Washington DC , va mucho más allá del texto; es un discurso audiovisual: una persona que no sepa mucho inglés o que no sea experto en historia política estadounidense probablemente no reconocería el discurso al leerlo – salvo quizá llegando a la parte de “I have a dream…” – y sin embargo, solo con el tono de voz de King y su deje bíblico, con las imágenes del estanque abarrotado, mucha gente sabría reconocer de qué se trata. Porque el discurso de Martin Luther King es un icono político y audiovisual en todo el mundo. Y claro, eso es rentable.
Cuando murió King, sus descendientes comenzaron a gestionar la herencia de aquel y otros discursos, sobre los que tendrán derechos hasta 2038, setenta años después de la muerte del líder afroamericano. Demandaron por ejemplo a la cadena norteamericana CBS por usar en 1999 las imágenes de aquel día en un documental sin pagarles. O se enfrentaron al periódico USA Today por publicar el discurso íntegro en 1994.
Sin embargo, la familia King, a través de EMI-Sony, sí ha autorizado otros usos del discurso del padre de las libertades civiles de los negros en Estados Unidos: para un anuncio de Alcatel, por ejemplo. Haciendo caja, claro.
Así que proyectar, subir a Internet, remezclar o hacer cualquier uso del discurso de King, en el formato que sea, es ilegal, salvo que nos andemos en la frontera de la versión americana del “derecho a cita” o lleguemos a un acuerdo con los herederos. De esta manera, millones de personas ven absolutamente limitado su acceso a un elemento tan incuestionable de patrimonio histórico internacional y el uso del gran discurso de las libertades queda restringido a aquellos que puedan permitirse pagarlo.
Juanlusanches