Grande te quiero
como monte preñado
de primavera,
pero no mía.
Buena te quiero
como pan que no sabe
su masa buena,
pero no mía.
Alta te quiero
como chopo que al cielo
se despereza,
se despereza,
pero no mía.
Blanca te quiero
como flor de azahares
sobre la tierra,
pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.
Agustín García Calvo