Según Joseph Nuttin, la personalidad es una estructura organizada, constituida por el temperamento innato y el carácter adquirido, más o menos igual a sí misma y estable en el tiempo, ligada a una estructura orgánica también estable; para el funcionamiento psíquico de un individuo.
Desde la perspectiva de la neurociencia, los rasgos de la personalidad, como la ansiedad, la impulsividad o la inteligencia, se relacionan con ciertas particularidades del cerebro; o sea que la individualidad se encuentra en la anatomía, en la actividad cerebral y en los genes y las características de la personalidad las forman los genes, el cerebro y el ambiente, interactuando entre sí.
Los neurofisiólogos están localizando en zonas del encéfalo las características individuales, mostrando la relación entre el cerebro y la personalidad.
Todas las personas se diferencian entre sí, no hay dos iguales y cada una se destaca por sus habilidades, su temperamento y su carácter.
La base de la personalidad son los rasgos estables del individuo, sin embargo es escaso todavía el conocimiento de su fundamento orgánico.
El modelo sobre la personalidad más aceptado comprende cinco factores:
El neuroticismo: o sea la labilidad emocional, que se caracteriza por el monto de ansiedad o irritabilidad, las preocupaciones excesivas y la tendencia a experimentar emociones negativas.
La extraversión: que se refiere a la presencia en un individuo de aspectos como la sociabilidad, la acción, el deseo de experimentar y la tendencia a ser positivo.
La disposición a las experiencias: cuando el sujeto muestra interés intelectual, elabora fantasías y siente ganas de experimentar.
La necesidad de agradar: que representa la disposición al altruismo y a la cooperación.
La escrupulosidad: que indica responsabilidad, capacidad organizativa y tendencia al orden.
Para Hans Jürgen Eysenck (1916-1997), existen tres dimensiones básicas del carácter; el neuroticismo, la extraversión y el psicoticismo.
Estas tres dimensiones básicas se hallan en gran medida determinadas genéticamente y se originan a partir de la excitabilidad de ciertos sistemas corporales.
Por ejemplo, en individuos con neuroticismo, el sistema límbico (que se relaciona con las emociones) reacciona rápidamente y con intensidad ante estímulos que a otras personas no les hacen efecto.
Jeffrey Gran (1934-2004), colaborador de Eysenck, atribuyó las diferencias relacionadas con la ansiedad y la impulsividad a la sensibilidad neurobiológica ante los estímulos de recompensa y castigo.
El neurofisiólogo Richard Davidson de la Universidad de Winsconsin-Madison, sostiene que la corteza frontal izquierda es la que controla principalmente los estímulos placenteros o deseados y la mitad cerebral derecha trata de evitar el peligro o huir de él.
Davidson sostiene que las asimetrías de la actividad básica neuronal son las responsables de las diferencias en la vida emocional de los individuos y constituyen la base del estilo afectivo de las personas.
Según cuál sea la mitad del cerebro frontal que domine, así será la respuesta a los estímulos de un sujeto.
Para Gray, el neuroticismo clásico se produce cuando una persona posee una elevada expresión de ambos hemisferios.
Un estudio realizado en 2005, mostró que un individuo resulta más extravertido cuando su amígdala izquierda es más grande; y a medida que aumenta la amígdala derecha se observa un menor grado de neuroticismo.
Aunque estos descubrimientos son interesantes, aún no se puede explicar por qué los cerebros de las personas reaccionan de manera diferente.
Sin duda algún día, la relación entre la personalidad y el cerebro se podrá demostrar científicamente que existe, simplemente porque un ser humano es una unidad cuerpo mente.
Fuente: “La Estructura de la Personalidad”; Joseph Nuttin; “Mente y Cerebro”; No.50/20012; “El rompecabezas de la personalidad”; Christian Fiebach (profesor de Neurociencia Cognitiva de la Universidad Ruprecht-Karl de Heidelberg, Alemania.