MISTERIO PASCUAL
Vamos a celebrar en estos días santos el Misterio Pascual de nuestro Señor Jesucristo. Se van a cumplir los deseos ardientes de Jesús. Los de comer la Pascua con sus discípulos, los de beber el cáliz preparado... Nos disponemos a celebrar provechosamente este misterio, no sólo desde fuera, como el que ve un espectáculo, sino desde dentro, compenetrándonos con los sentimientos de Cristo, muriendo su misma muerte, para poder resucitar con él “y conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos”.
Vamos a recordar la historia más dolorosa y más hermosa. Pero recordar es poco. Es mejor acercarse, compenetrarse, revivir. Revivir sus sentimientos, sus pensamientos y sus actitudes. Revivir los padecimientos de Cristo, sufriendo en mi carne lo que falta a la Pasión. Revivir su paciencia, su obediencia, su generosidad, su perdón, todo su amor.
El Domingo de Ramos inaugura la Semana Santa. En este día la Iglesia celebra la entrada de Cristo en Jerusalén para realizar su misterio pascual. Jesús es presentado en los evangelios como el Rey–Mesías que entra y toma posesión de su ciudad.
Jesús ha muerto por nosotros. Su muerte es un acto de servicio, de amor, de entrega. Jesús ha cargado con el pecado de todos, se ha sentido solidario de la suerte de toda la humanidad.
La PASIÓN es expresión de la voluntad del Padre. La muerte de Cristo es un acto supremo de obediencia al Padre. La muerte de Cristo adquiere un valor salvador, y culmina con su Resurrección.