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General: FIDEOS CINTA AL PESTO
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| De: satori (Mensaje original) |
Enviado: 17/04/2012 04:24 |
"¿Qué ves cuando me ves?¿Qué ves cuando te ves?" Preguntaba Edelmiro a la figura reflejada en el espejo.
Tantos años mirándose sin ver, o peor aún, sin querer ver las señales aparecidas en el rostro. Solo registraba cuando expresaba alegría, satisfacción o dolor.
Terminó de afeitarse sin contestarse, nunca lo hacía. Se enjuagó la cara, se secó, apagó la luz del baño y se dirigió a la cocina.
Sobre la pequeña mesa, regalo de Osvaldo y Susana, en la tabla de picar, estaban dispuestos los elementos qaue debía utilizar. Picó, mezcló, aderezó y guardó en la heladera el producto resultante. El aroma era cautivante; jamás. en sus cincuenta y tantos años de vida lo había probado.
Ultimamente se estaba dando gustos gastronómicos que en años anteriores le estaban vedados. Sencillos, económicos, pero exquisitos. Además de deleitarse con esos bocados, impedía que su mente se enfrascara en pensamien tos oscuros, derrotistas, depresivos.
Suplía la falta de afecto, de compañía, con el placer que le proporcionaba experimentar recetas en su acotado arsenal culinario: un anafe de dos hornalllas, una olla mediana, un sarten y un hervidor de dos litros. Debía agudizar su ingenio, pero se las arreglaba bastante bien.
Controló la temperatura del agua del calefón eléctrico, ya estaba a punto. Lo desconectó, se desvistió, puso la olla con agua y sal gruesa a calentar y entró a ducharse.
Muchos años atrás había aprendido de un compañero en la fiembreía, de la cual era el encargado, la teoría del viaje útil. Aprovechar al máximo el tiempo y los desplazamientos, evitando dar vueltas de manera ociosa en un lugar que demandaba mucho trabajo.
Terminó de ducharse, se secó, el agua de la olla estaba hirviendo, agregó los fideos cinta y se vistió.
Cuando los fideos estuvieron al dente sacó la olla del fuego y volcó su contenido en un colador, puso a calentar una pava llena de agua para hacer café.
Puso los fideos en un plato, sacó de la heladera el menjunje que habia preparado anteriormente y lo mezcló con la pasta; el último detalle, la frutilla del postre, fué rallar un poco de queso sardo bien estacionado y sabroso sobre el humeante plato. Jugo de naranjas y pan completaban el menú
El aroma de la preparación fué invadiendo la habitación; la mezcla de albahaca, perejil, ajo y nueces con la que preparó el pesto para aderezar los fideos, y el penetrante olor del queso sardo, componían una sinfonía aromática para elegidos.
Disfrutó despaciosamente cada bocado, no podía cxreer que hubiera estado más de cincuenta años sinprobar ese aderezo de maravilloso sabor.
Mientras ingería la pasta, preparó el café, corolario junto a un cigarrillo, de ese festín gastronómico tan sencillo pero a su vez tan exquisito.
Terminada la opípara cena fué al baño a lavarse los dientes, debía ir a trabajar. El sabor de la albahaca se enseñoreaba en su boca negándose a abandonarlo, mientras se cepillaba los pocos dientes que habitaban sus mandíbulas, se vió reflejado en el espejo.
Vió a un tipo satisfecho y felíz por haberse regalado un mimo al alma con ese exquisito plato de fideos cinta al pesto.
Sobre la soledad y el alma herida se preguntaría en otro momento, quería alargar un par de minutos esa sensación de bienestar.
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De: Marti2 |
Enviado: 17/04/2012 07:47 |
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De: Lalita2 |
Enviado: 17/04/2012 22:35 |
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Asi se hace amigo!!!! esto es lo tuyo.
