El mayor portaaviones de la Armada
estadounidense –"Enterprise"- abandonó su base en Norfolk (EEUU) y
navega en el Océano Índico hacia el litoral iraní. En opinión de
observadores, Washington muestra así la seriedad de sus intenciones a
Teherán y a aquellos países que no apoyan las sanciones antiiraníes.
Occidente
e Israel están seguros de que Irán desarrolla activamente el arma
nuclear y no les acaban de convencer las declaraciones de Irán sobre el
carácter exclusivamente pacífico de su programa nuclear. Se acrecienta
la presión económica sobre las autoridades iraníes: la ONU, EEUU y la
Unión Europea aplican ya sanciones contra Irán. El último paso en este
sentido lo marcó el embargo de las importaciones del petróleo iraní a lo
que Irán reaccionó cortando los suministros de su crudo a Francia y
Alemania.
A juicio de los aliados occidentales,
llegó la hora de ejercer presión militar. En el Mar Arábico, en las
inmediaciones de las costas iraníes se encuentran los portaaviones
norteamericanos Carl Vinson y Abraham Lincoln. El 20 de marzo se les
sumará el "Enterprise". El portaaviones que tiene trescientos cuarenta y
dos metros de eslora, cuenta con noventa aviones y helicópetros, cerca
de dos mil pilotos y personal técnico de vuelo, así como tres mil
tripulantes propiamente dichos. En la travesía lo acompañan tres
destructores con misiles de crucero a bordo y otros buques. Según
cálculos hechos por analistas militares, unos quinientos misiles apuntan
a Irán desde el mar.
A los movimientos de la flota
norteamericana antecedieron declaraciones de políticos. Como se sabe, el
líder iraní Mahmoud Ahmadinejad, no se muerde la lengua y expresa
públicamente su actitud negativa hacia Israel. Tel Aviv interpreta estas
manifestaciones junto con las sospechas de que Teherán desarrolle el
arma nuclear, como una amenaza directa y prepara un ataque militar.
Washington procura tranquilizar a los israelíes diciendo que si fuese
necesario asestar un golpe, EEUU lo haría mejor. El Pentágono reconoce
que tiene preparada una “superarma” contra Irán; esto es, una potente
bomba de catorce toneladas que es capaz de destruir un búnker a la
profundidad de hasta sesenta y cinco metros.
A
principios de marzo el premier israelí se entrevistó con el presidente
de EEUU. Según los medios de comunicación, Barack Obama logró convencer a
Benjamin Netanyahu para que Israel se abstenga de atacar las
instalaciones nucleares de Irán al menos hasta septiembre. O, quizá, por
más tiempo: en noviembre en EEUU tendrán lugar las elecciones
presidenciales y no le conviene a la Casa Blanca meterse en nuevas
aventuras militares. No obstante esto, unidades militares se aglomeran
alrededor de Irán. Tal vez con esa demostración EEUU trate de presionar
no sólo a Irán, sino también a los países que no se han sumado a las
sanciones antiiraníes, supone Azhdar Kúrtov, experto del Instituto ruso
de Investigaciones Estratégicas:
–Por
lo visto, los norteamericanos no abandonan las esperanzas de que las
sanciones económicas empiecen a surtir efecto. Sin embargo, hasta ahora n о
han dado su brazo a torcer ni se han sumado a esas sanciones los dos
consumidores clave del petróleo iraní, la India y Japón. Todo indica que
la aparición del portaaviones debe mostrar a estos países vacilantes
que los norteamericanos abrigan rudas intenciones.
Mientras
tanto, Israel insiste en que los ataques contra Irán fueron aplazados,
pero no cancelados. Al decir de Netanyahu, el tiempo que queda para
estos ataques se cuenta “no por días ni por semanas, pero tampoco por
años”. Tel Aviv se desentiende de quienes advierten sobre el peligro que
conllevaría tal operación para toda la región de Oriente Medio. Y hacen
mal porque los efectos de los ataques contra Irán se expanderían más
allá de los límites de Oriente Medio, asegura Piotr Topichkánov, experto
del Centro de Seguridad Internacional:
–El
golpe se asestará contra la infraestructura nuclear y también contra
las instalaciones de las Fuerzas Armadas. Habrá que hacerlo para
neutralizar a las fuerzas de defensa antiaérea. Es decir,
másqueunataque, será unconflictobélico. Irán no podrá emprender
operaciones militares activas contra las Fuerzas Armadas de EEUU. Y se
verá tentado a optar por medidas asimétricas. O sea, podrán hacerse
realidad las acusaciones que lanzan hoy algunos políticos radicales de
EEUU incriminandole a Irán la condición de santuario del terrorismo.
Existe
una alternativa a tal desenlace. Como señala el politólogo Stanislav
Tarásov, ahora lo principal es sacar a Irán del aislamiento
internacional, en lo que sigue insistiendo Moscú. Y dar a Teherán la
posibilidad de trabajar en la esfera del “átomo pacífico” asegurando la
transparencia absoluta de sus programas nucleares. Por cierto, las
autoridades iraníes no tienen nada en contra de tal actitud y está
dispuestos a reunirse en marzo en Estambul con los seis mediadores
internacionales.