Basta un simple soplo para que tu vida se derrumbe como un castillo de naipes y, a veces, ni siquiera eres tú quien ha soplado.
Pero no hay que allanar los baches del sendero que hemos recorrido, sino del que nos queda por recorrer. Porque cada nuevo día se construye con lo que vamos encontrando al caminar.
Y aunque te asuste no saber lo que te espera tras la próxima curva, tienes que tomarla para avanzar.
Por eso es mejor confiar en alguien que comparta tu viaje y sepa perdonarte cuando has elegido un camino mal asfaltado.
Y si alguna vez te pasas de la salida marcada en el mapa, tendrás que elegir entre volver al pasado o seguir hacia un nuevo destino.
Mas ten en cuenta que cada paso imprime una huella, hay que afrontarlo. Porque hijo mío, nuestras vidas discurren por sendas en las que se abren destinos cada centímetro. Así que relájate y presta atención porque justo aquí y ahora empieza esta historia.