En cuanto sea posible, y sin renunciar
a tus convicciones, mantén
buenas relaciones con todos.
Escucha con atención a los demás,
aún al torpe e ignorante, que también
ellos valen mucho.
Aléjate de las personas negativas,
ruidosas y agresivas, porque te pueden
contagiar su mal espíritu.
Si te comparas con los demás,
adquieres orgullo y desánimo,
porque siempre habrá quien te supere
y quien tenga menos cualidades.
Disfruta de tus éxitos
y agradécelos a Dios.
Mantén el interés por tu profesión,
porque ella es un verdadero tesoro.
Allí están tus futuros triunfos.
Sé prudente en tus negocios.
El mundo está lleno de engaños
y peligros, pero tampoco andes
dudando de todo y de todos.
Hay más gente buena de la que tú crees.
Acepta con respeto el parecer de quienes
tienen muchos años, consulta con interés
también el parecer de la juventud.
Lo viejo y lo nuevo dan sabiduría.
Cuidado con demasiada soledad,
demasiada fatiga o demasiado afán.
Muchas angustias y enfermedades
nacen de estos tres excesos.
Procura estar en paz con Dios,
vivir en paz con tu prójimo
y conservar la paz de tu alma.
Esto ayudará a ser plenamente feliz.
Que el Plan de vida que Dios ha diseñado
para cada uno de nosotros, lo sepamos descubrir
y aplicar en cada uno de nuestros actos.