pero no me iré de aquí sin resistencia.
Esta recámara es mi núcleo,
pensar bajo las cobijas es mi fuga
con los ojos cerrados,
para escuchar un miedo escondido en el silencio,
mi miedo que al romperse se vuelve
el desconocido mal.
Sea bienvenido el misterio,
pero mi reacción, desconocida también,
también por ello me aterra,
entonces mi temor no tiene tiempo
de pensar su propio terror
y la belleza me embarga toda entera.
No existe lo predecible
y este es el temor mayor.
Oculto mis cosas,
no por el miedo sino por el rechazo
de quienes piensan a medias
“La ignorancia liberará”.
Quiero verte.
En la misma posición, sacudida en llanto,
despojada por sólo una semana más
de tus débiles apoyos.
“Cada hombre mata lo que más quiere”
Cada mujer se dejará amar
hasta la muerte
¿Cuál es el amor hasta la muerte?
¿Es solo un peregrino