Echo de menos el sexo.
Todos sus aspectos.
Todos mis respetos.
La perversión es la comprensión.
Meter la cara en la vagina
con la boca llena de aspirina
y un dedo desconocido
en el culo.
Y diez minutos después
sentarte en un taxi como si nada,
las piernas cruzadas, las manos en el regazo.
Y sin embargo el prefecto candado
de nuestros cuellos, y su legua
en mi nuca y el constante
calor de su piel sin poros
jamás podrán revivir.
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