Oír lo que no se oye
Cuando aprendemos a escuchar atentamente
los corazones de las personas, a escuchar sus sentimientos
no comunicados, las penas no expresadas y las quejas
no proferidas, se puede esperar inspirar confianza en los demás,
comprender cuándo hay problemas y satisfacer las necesidades.
Empezamos realmente a morir cuando sólo escuchamos
las palabras superficiales y no entramos profundamente
en el alma de las personas, para oír sus verdaderas opiniones,
sentimientos y deseos.
A veces hay un mesaje subliminal en un silencio al que podremos
decodificar si realmente estamos preparados
y receptivos a lo que va más allá de lo sensorial.
En el plano virtual, tendremos que saber decodificar
lo que a veces las personas no nos animamos a escribir…
tarea un tanto difícil, pero no imposible de concretar.