Consumida por murallas de cristal
atesoro un mundo inalcanzable,
acordono pasos, eternizo valles;
concibo recurrente mi utopía:
floreciendo en la aurora de tus ojos,
despertando contigo en mi organismo.
Me flagela lo intangible de tu imagen,
me disperso en lo febril de lo prohibido.
Implícito en un mar que nunca afianzo
se exacerba mi piel en la agonía,
ahogada entre relojes que no marchan,
deshojando calendarios con mis pasos.
¿Sabías que siempre te busco en mi regazo?
¿Sabías que mido la distancia con mis labios?
Mil caricias se desandan de mis manos
obsesionada en los sabores de tu cuerpo;
solo mi mente alcanza su destino:
imaginaria sinapsis de tu boca con mi ombligo.
Duele el alma incluso en la esperanza
por un amor suspendido en el silencio.
Eternos días de noches sin regreso;
tu pelo protagonista de mis sueños;
tu voz formando el aire que respiro.
Elevo plegarias buscando liberarme,
lacerada por mirarte y no tocarte,
por tenerte y no sentirte, por amarte y no besarte,
detenida para siempre en el color del infinito.