¿SABES LO QUE PASA EN TU INTERIOR?
Es normal que, en ocasiones, las personas no quieran admitir o aceptar algo que están sintiendo o pensando, algo que está sucediendo en su interior y que consideran que es "incorrecto", que no deberían sentirse así, que no son la clase de personas que se sienten o piensan de ese modo.
Por tanto, cuando se descubren a sí mismos reaccionando de un modo que consideran incorrecto o impropio del tipo de personas que desean ser, tienden a reprimirlo, a sacarlo de su conciencia negándolo no sólo ante los demás, sino también ante ellos mismos.
Si esto sólo pasa ocasionalmente, o bien si la negación no es tan fuerte como para impedir una posterior aceptación, no tiene por qué causar demasiados problemas. Al final la realidad se impone, aceptan lo que están sintiendo y, de este modo, pueden trabajar sobre dichas emociones y transformarlas de un modo sano y adecuado, aprendiendo y creciendo en este proceso.
No obstante, hay personas que tienen una tendencia especial a no aceptar lo negativo de sí mismas. Los motivos pueden ser diversos. La mayoría de las personas quieren pensar de sí mismas que son personas centradas, equilibradas, que reaccionan con sensatez y con corrección, que son políticamente correctas, etc. Esto no suele impedir, por lo general, que reconozcan también sus defectos e imperfecciones. Pero cuando esta tendencia a mostrarse perfectos ante sí mismos y los demás es demasiado fuerte, la tendencia a reprimir lo negativo de sí mismos será también mucho más elevada.
Pueden temer no ser la persona perfecta que cree que deberían ser, capaces de tomarse las cosas con calma, de ser comprensivos y tolerantes, de ver el lado positivo de las cosas, etc.
Esto habría estado muy bien, pero los inconvenientes o los abusos de los demás hubiese sido causa de ira que negamos. de inmediato, porque pensamos que las personas que sienten o reaccionan con ira son malas personas y que sentir ira es incorrecto y horrible. De modo que cuando sentimos este tipo de emociones, las negamos de inmediato ante sí mismo, y se ponemos una máscara de buen humor y fingiendo ser una persona que en realidad no somos. De este modo, no estamos manejando correctamente las emociones de ira, no estaba trabajando en ellas ni nos damos la oportunidad de aprender a ser esa persona que deseamos ser; es decir, la persona que responde de un modo sereno y asertivo ante los incidentes que, en principio, podrían causar ira.
El problema principal es que no saber como manejar estas emociones de un modo adecuado ni tampoco permitir expresarlas de un modo inadecuado.
Por supuesto, todos podemos estar de acuerdo en que dejar salir la ira libremente y destrozar los muebles de la habitación o gritar e insultar a una persona de un modo del que nos vamos a arrepentir, no es lo más deseable. Pero, aún así, esto es preferible a negar lo que sentimos.
Al menos la persona que no sabe manejar correctamente su ira pero la reconoce, la acepta y la deja salir inadecuadamente, gritando y arrojando objetos, sufrirá las consecuencias de sus actos, tendrá la oportunidad de arrepentirse y de trabajar en sus emociones, de modo que pueda aprender a expresar su enfado de un modo más adecuado y asertivo, en vez de agresivo. Pero, ¿cómo hacer esto si, desde el principio, niega sentir ira? ¿Como trabajar en una emoción que ni siquiera reconoces tener?
Muchas personas se preguntarán: si estoy reprimiendo una emoción, ¿cómo sé que lo estoy haciendo? Cuando no dejamos que se exprese nuestra psique, no es raro que se acabe expresando nuestro cuerpo.
Lo paradójico del asunto es que podría acercarse a ese ideal de persona que desea ser si reconociera sus verdaderas emociones y reacciones y trabajara para cambiarlas en vez de negarlas, pues negándolas no hace que desaparezcan, sólo se pone una máscara, una careta que no muestra quien es de verdad y de este modo no evoluciona ni crece como persona. Es como si alguien que no sabe nadar se avergüenza de ello y no lo reconoce ni ante sí mismo ni ante los demás. De este modo jamás aprenderá a nadar, sólo será una persona que finge saber nadar y que tendrá que pagar un precio por mantener esta mentira.
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