SUSURRO DE UN POTRILLO
Como una estrella plateada, caída del cielo,
el potro pura sangre corre por la pradera.
Su negro azabache orgulloso le viene de raza;
y sus ojos, como la mora, parecen luceros encendidos.
Salta, brinca, trota como un chorro de vida en la mañana.
Aún las gotas de rocío tiemblan de pureza en las ramas.
Todo en él es agua de manantial, transparencia y gallardía.
Lleva en su sangre primaveras de mariposas azules
y trinos de golondrinas mensajeras de luz.
Lleva en su sangre rayos de sol y toques de viento,
lluvias tempranas y besos de lunas llenas.
El potrillo corre a galope y,
de pronto, se detiene.
Como un borbotón de espuma blanca, susurra:
Me siento feliz, como una gaviota que surca el mar,
feliz en mi pradera salpicada de margaritas.
Gracias, Diosito lindo, por mis años tiernos
y por mis sueños galopando entre las nubes.
Gracias por la vida que aún conserva el sabor del capullo.
Diosito lindo, quisiera que frenases, con tu brida, el tiempo
y que siempre fuera "potrillo libre en la pradera".
El potrillo negro azabache y ojos de mora,
escuchó en su corazón: "Ea, potrillo lindo,
¿por qué quieres estancar tu vida joven?
Las aguas estancadas pierden su pureza y mueren.
Trota, galopa, no te detengas, naciste para crecer.
Donde hay vida, mi potrillo lindo,
se abren alas en libertad.
del libro:Con un susurro a tu alma