Él ha guiado mis pasos, yo no he hecho mas que seguirle.
No soy piloto; pero si para encontrarte fuera necesario ir a las
playas mas lejanas, atravesando toda la extensión del mar, iría
sin vacilar a probar fortuna, arrostrando los naufragios,
y arriesgandolo todo para conseguir
un tesoro tan precioso como eres tu.
JULIETA:-Si el velo de la noche no cubriera mi semblante,
vería que el rubor colorea mis mejillas pensando en
las palabras que antes me has oído pronunciar.
Ah! quisiera contenerme en las formas de la decencia.
Quisiera ¡ay de mi!, negar esas palabras que mi boca ha
pronunciado...
Pero ¡fuera rubor!... ¿Me amas?
Sé que vas a decir que sí, yo estoy dispuesta a cogerte la palabra...
No jures, ¡oh!, yo te lo ruego, podrías faltar un día a tu juramento,
y dicen que Dios castiga al que es perjuro en amores.
Gentil Romeo, si amas a otra, dímelo lealmente,
y si piensas que yo entrego con demasiada facilidad mi
corazón dímelo también, y frunciré el ceño y me mostraré
desdeñosa, y te diré que no, a fin de que me ruegues que te ame.
Pero habrá de ser con esta seguridad, pues de otro modo no
lo diría por todo lo del mundo.¡Oh! Siento, bello Montesco,
el mostrarte tanto ternura, porque quizá te parezca ligera mi
conducta. Pero ten confianza en mi, gentil señor; Soy mas
sincera que aquellas que aparentan más recato y más arte.
Confieso que hubiera sido mas reservada si no hubieras
sorprendido el misterio de mi sincero amor sin que yo me
apercibiese de ello. Perdóname, pues, y no atribuyas mi
ternura a la facilidad de mi corazón, pues sólo la noche
es la que ha hecho traicion a mi secreto.
ROMEO.-Mujer, yo te juro por la luna sagrada que platea
estos árboles...
JULIETA.-¡Oh! No tomes por testigo a ese astro inconstante,
a ese astro cuyo disco voluble cambia de mes en mes.
Temería que tu amor fuese tan mudable como él.
ROMEO.-¿Qué juramento quieres que haga?
JULIETA.- Ninguno; o mejor, toma por testigo a mi dios,
a mi ídolo sagrado, a ti mismo, que eres mi ídolo encantador:
entonces tendré fe en tu juramento.
ROMEO.-Si alguna vez este amor profundo y puro...
JULIETA.-¡No, no; no jures, no jures....
Tú eres mi alegría, pero tengo miedo a este contrato nocturno,
La felicidad de esta noche tiene un empuje demasiado impetuoso,
que inspira recelo y temor. Es como el relámpago ardiente que brilla,
pasa y muere antes que hayamos tenido tiempo de decir:
"¡Que relámpago!..." ¡Buenas noches, dulce amigo!
Nuestro amor, capullo que apenas aparece, puede llegar a ser
una bella flor y abrirse al calor de un estío dichoso...
¡Buenas noches! ¡buenas noches!
¡Que el reposo y la paz que encantan mi alma desciendan
también dulcemente a tu corazón!
ROMEO.-¡Oh! ¿Y no me dirás nada más?
¿No me concederás ningún favor?
JULIETA.-¿Qué mas podría ya darte?
ROMEO.-Cambiemos nuestros juramentos...
Jura amarme como yo te amo.
JULIETA.-Ya lo he jurado sin que tú me lo hubieses pedido;
Si pudiese retirar mi promesa, lo haría.
ROMEO.-¡Oh! ¿Por qué, Julieta mía? ¿Por qué?
JULIETA.-Para dártela otra vez, bien mio...
Pero no, ahora ya no anhelo nada; este momento me basta,
y soy dichosa. Mi deseo de agradarte no tiene limites,
como no los tiene el ancho mar; mi amor es tan profundo como el.
Cuanto más te doy, más tengo. Mi amor y el mar son infinitos...