La
espiritualidad ya no es lo que era, eso seguro, según declara el
antropólogo Peter van der Veer. Desde su trabajo en el Instituto Max
Planck, en el Estudio de la diversidad religiosa y étnica, en Göttingen,
ha examinado la importancia de lo espiritual y su proceso de
transformación en las sociedades modernas utilizando el ejemplo de China
y la India. Ha descubierto que las contradicciones en el concepto de
espiritualidad no han supuesto de ningún modo un obstáculo en su
propagación internacional. Sin embargo, muchas de las tendencias
modernas están en contradicción con la idea original de la
espiritualidad.

Recientemente,
varios miles de personas se reunieron en Times Square, en el solsticio
de verano para saludar al sol, esto dejaba muy claro hasta qué punto el
yoga se ha ido convirtiendo en un movimiento de masas occidental. Pero
Peter van der Veer, duda sobre si este tipo de eventos, tienen en
realidad algo que ver con las ideas originales de la espiritualidad:
"Los elementos críticos, como aquellos que se encuentran en las ideas
espirituales de comienzos del siglo XX, han desaparecido."
Para
Peter van der Veer, la espiritualidad, junto con otras ideas seculares
de nación, igualdad, clase media, democracia y justicia, forma parte de
los elementos centrales de la historia de la modernidad, que fueron
dirigidas contra el sistema social tradicional y los conceptos morales.
"Lo espiritual y lo secular se levantaron al mismo tiempo en el siglo
XIX, como dos alternativas relacionadas frente a la religión
institucionalizada en la era moderna euro-americana", esta es una de las
teorías básicas del investigador Holland-Born. Con esto, él también
rechaza la opinión generalizada de que la cuna de la espiritualidad se
halla en la India, en el reino de los mitos modernos. "No hay tan
siquiera una palabra en sánscrito para la espiritualidad", añade.
Tampoco
había ninguna mención a ella en el hinduismo, el taoísmo o el
confucianismo de Asia, previo al encuentro con el imperialismo
occidental. Sólo se cambió a un "ismo", como resultado de la interacción
intelectual con Occidente. Van der Veer está convencido de que el
intercambio de este florecimiento espiritual entre Oriente y Occidente
es el elemento clave en el desarrollo de la modernidad en general, y de
la espiritualidad en particular. "Para mí, forma parte de un proceso que
yo llamo historia interaccional", explica el director del Instituto Max
Planck, en Göttingen.
De
hecho, el intercambio de las nuevas ideas revolucionarias no se limita
sólo a la comunicación entre USA y Europa. En la búsqueda de
alternativas a las religiones institucionalizadas, los intelectuales
occidentales, artistas y otros pensadores sociales progresistas, en una
primera etapa, centraron su atención en las tradiciones de Oriente. La
lista de aquellos mencionados en sus obras o cartas a los pensadores
progresistas de la India se leen como un quién es quién en el mundo
intelectual europeo, desde Voltaire, Herder, Humboldt, Schlegel y
Novalis, hasta Schopenhauer y Goethe, éste último, entre otras cosas,
incorporó técnicas especiales de teatro sánscrito en su Fausto.
Las
ideas venían de la India como del centro de espiritualidad y
misticismo, y una cuna de las antiguas tradiciones filosóficas que
podían llenar los vacíos que para muchos habían surgido desde la
Ilustración. "Estos, a su vez, también dieron lugar a un terreno fértil
en la misma India", explica el investigador acerca de la dinámica de
reciprocidad de las corrientes de pensamiento. Los movimientos
religiosos, principalmentte en la India, adoptaron el discurso
occidental sobre la espiritualidad oriental. Pronto, los matices
políticos también entraron en la discusión. "Muchos destacaban que los
hindúes son los verdaderos indios, cuya civilización estaba amenazada
por el deterioro de la dominación musulmana", dice el antropólogo de
Göttingen, describiendo el creciente sentimiento nacional que se había
convertido en parte del debate. Otros consideraban a Occidente y, en
particular, el poder colonial británico, como peligros para la cultura
hindú y la civilización, y se volvió hacia la espiritualidad para
recuperar o salvaguardar su propia identidad.
Tal
como se muestra la espiritualidad en diferentes conceptos, combinada en
una serie de contradicciones y contrastes. Bajo este enfoque, la
espiritualidad aparece como un pensamiento universal que, al mismo
tiempo, puede estar vinculado a conceptos nacionales. Como ejemplo de
esto, van der Veer cita al líder del movimiento independentista de la
India, Mahatma Gandhi. De acuerdo con Gandhi, "nadie que haya nacido en
una cierta tradición y civilización debe ser evangelizado o convertido".
En vez de eso, cada persona debe buscar la verdad en sus propias
tradiciones. En este sentido, Gandhi argumentaba a favor de una nación
espiritual que superase las diferencias religiosas internacionales. "En
vista del hecho de que las tensiones entre musulmanes e hindúes son
parte de los problemas más fuertes que enfrenta el subcontinente indio,
la idea de una espiritualidad universal que omniabarcante, es de una
importancia política excepcional", señala van der Veer.
La
interpretación de Gandhi de la espiritualidad también resulta
interesante por otro aspecto, ya que sus características básicas se
pueden aplicar a un concepto global. Una vez bien considerada la idea de
que la espiritualidad no es de ninguna manera lo opuesto a la
secularidad. "La espiritualidad de Gandhi estaba muy vinculada con él,
cuando argumentó que todas las religiones deben ser tratadas por igual, y
que el Estado debe tener una actitud neutral hacia ellas". Estos
principios espirituales se siguen aplicando en la India y demuestran una
continuidad entre la situación colonial y la post-colonial. "Esto
podría ser llamado laicismo indio", opina van der Veer.
Tampoco
señala una simple oposición entre espiritualidad y materialismo. "De
hecho, a menudo uno implica al otro", observa el investigador, según se
desarrolla en China y la India. Sólo como resultado de la liberalización
de la economía bajo la influencia del capitalismo global, las ideas
tradicionales y prácticas espirituales como el tai chi, el feng shui y
el qi gong vuelven a ser socialmente aceptables en China, un país que
reemplazó el confucianismo por un laicismo agresivo que atacó
vigorosamente las religiones, templos y sacerdotes. Esta vinculación de
la espiritualidad y el materialismo como consecuencia de la
globalización económica también puede ser visto en la India. En el caso
de la India, el impulso provino de la clase media bien educada, que en
los años de 1970 y 1980, se habían ido a buscar trabajo en EE.UU. en las
profesiones médicas y técnicas. "Allí se encontraron con el marketing
agresivo de la espiritualidad india, que se ofrecía en un mercado para
la salud, el deporte o el entrenamiento de gestión", explica van der
Veer. No pasó mucho tiempo antes de que esta práctica también se
importara a la India.
El
investigador en Göttingen considera tal vez la parte más interesante de
la relación con el capitalismo neoliberal, donde en las prácticas
empresariales globales la espiritualidad es un medio para aumentar las
posibilidades de éxito. Por cierto, el aislamiento de China entre 1950 y
1980, retrasó la introducción de la espiritualidad china en el mercado
mundial, pero, entre tanto, ha tenido buena continuidad el éxito mundial
del yoga, junto con el tai chi, qi gong y el feng shui.
Evidentemente,
las técnicas de meditación y las experiencias espirituales encajan muy
bien con el estilo de vida y clima cultural de una época moderna en su
camino hacia la auto-optimización del mercado y la economía. Los estilos
experimentales de una vida espiritual ofrecen una alternativa a las
muchas vidas vacías tanto seculares como religiosas. "Mirándolo desde
afuera, se permite a la gente dentro de disciplinantes instituciones que
persigan las metas de su carrera y de su vida sin una tensión indebida o
la depresión", apunta van der Veer. En lugar de hacer frente a los
desafíos de su propia vida, ellos se manejan confortablemente con su
experiencia espiritual, producida de muy distintas formas.
Sin
embargo, si el yoga, el tai chi o el qi gong, hoy sirven como productos
de la industria del bienestar de una cultura del cuerpo, que puede
aumentar la eficiencia de una disciplinada y bien equilibrada fuerza de
trabajo en la sociedad capitalista, el movimiento orientado de sus
inicios contra las iglesias establecidas o contra el colonialismo o el
capitalismo, roza el absurdo.