Lo agarraron robando gallinas y lo llevaron a la comisaría.
Allí se establece este diálogo entre el ladrón y el comisario:
-¿Vas de vivo, listillo? ¿Querías comer sin trabajar, eh? ¡A la cárcel!
-No era para mí. Era para vender.
-¡Peor! Venta de artículo robado, competencia desleal con el comercio establecido... ¡Te vas a enterar!
-Pero yo vendía más caro.
-¿Más caro?
-Sí, comisario. Hice correr el rumor de que las gallinas del gallinero estaban infectadas por la gripe aviaria y las mías no.
-¡Eres un descarado! (Ya había un cierto respeto en el tono de voz del comisario). ¿Qué habría pasado si te llega a agarrar el dueño del gallinero?
-Ya me agarró, pero hice un trato con él. Me comprometí a no hacer circular más rumores sobre sus gallinas y él se comprometió a aumentar los precios de sus productos para igualarlos a los míos. Después invitamos a otros dueños de gallineros a entrar en el esquema y formamos un oligopolio.
-¿Y qué hace usted, señor, con las ganancias del negocio?
-Especulo con dólares... invierto alguna cosa en el tráfico de drogas... compré algunos diputados y dos o tres ministros... conseguí exclusividad en el suministro de gallinas y huevos para el programa de alimentación del Gobierno... y por supuesto que sobrefacturo los precios.
El comisario le sirvió un cafecito y le preguntó:
-No se ofenda, licenciado, pero con todo eso... ¿usted no es millonario?
-¿Millonario? ¡Billonario! Sin contar lo que evado de IVA y lo que tengo depositado ilegalmente en el exterior. Más algunas licitaciones que gano sí o sí, elusiones, desgravaciones, promociones y diferimientos impositivos de lo que inevitablemente no puedo negrear... en blanco, digamos. Hay cosas, usted vió, que ni comenteando me las pueden limpiar de los sistemas ni ganarle juicios al Estado...
-Y con todo eso, ¿por qué sigue robando gallinas, doctor?
-A veces... usted sabe cómo es esto...
-No. La verdad, excelencia, es que no lo sé. Por favor explíqueme.
-Es que en todas esas actividades grandes y "legales" no siento la sensación de peligro, de estar haciendo una cosa prohibida, de la inminencia del castigo. Es la tranquilidad de la impunidad. Es únicamente cuando robo gallinas cuando me siento realmente un ladrón, y eso es realmente excitante. Como ahora. ¡Estoy detenido! ¡Por fin voy a ir a la cárcel! Es una experiencia nueva. ¡Adrenalina pura!
-Pero... ¿Cómo dice eso, excelencia? Usted no va a ir a la cárcel.... Es más, usted ni siquiera está detenido...
-¡Pero si me agarraron in fraganti, saltando la cerca del gallinero!
-Sí, pero eso es algo primario, además y con esos antecedentes... Usted lo que debe hacer es presentarse para alcalde, o mejor aún: ¡Para diputado!