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Una anciana pareja estaba celebrando su 50 aniversario de boda, por eso decidieron volver al pequeño pueblo donde se habían conocido por primera vez. Sentado junto a ellos estaba un hombre que sonreía mientras hablaban.
- ¿Recuerdas la primera vez que hicimos el amor? fue sobre ese prado que está al otro lado de la carretera, ¿recuerdas cuando te puse contra la valla? ¿Por qué no lo hacemos otra vez por los viejos tiempos?
Salieron del café y cruzaron hasta el prado. El hombre sonrió, pensando que era romántico, y pensó que lo mejor era que echar un vistazo a la pareja, por si acaso se hacían daño.
El viejecito cogió a su mujer cuando estuvieron desnudos y la apoyo contra la valla. El hombre, que seguía mirando, no podía creer lo que veía:
Con la vitalidad de una jovencita, la mujer se movía violentamente de arriba abajo, mientras el marido se convulsionaba como un salvaje. Siguieron durante un buen rato hasta que los dos cayeron al suelo exhaustos. Más tarde el hombre se acercó y les dijo:
- Ha sido la forma de hacer el amor más bonita que he visto en mi vida. Debieron ser una pareja muy salvaje cuando eran jóvenes.
- Realmente no – dijo el viejecito – cuando éramos jóvenes, esa valla no era eléctrica.
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Estaba un viejecito sentado en un banco de una plaza, cuando un muchacho se sienta a su lado con los pelos tiesos y teñidos de azul, rojo, amarillo y verde.
El viejo se queda mirándolo un rato, atónito; hasta que el chaval le dice:
- ¿Qué pasa?; ¿Qué miras con esa cara?, ¿Nunca has hecho una locura en tu vida ?
A lo que el viejo, sin exaltarse, le contesta:
- Sí, una vez me emborraché y me acosté con un loro… Y justamente me preguntaba… ¿No serás mi hijo?
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Un hombre entra a la cama y le susurra suave y apasionadamente al oído a su mujer:
“estoy sin calzoncillos…”
Y la mujer le contesta:
“Dejame dormir… mañana te lavo uno”
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Al aproximarse a la recepción de un hotel, a un hombre le llama la atención un ruido y al darse la vuelta a ver qué es, golpea sin querer con el codo el seno de una preciosa mujer.
Apenado y sin saber qué hacer, él dice:
- Mil disculpas señorita, si su corazón es tan suave como su seno, tengo la seguridad de que me perdonará.
La mujer sonriendo le responde:
- Y si su pene es tan duro como su codo, mi habitación es la 201
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