De un solo beso desteñir provoca tu boca en corazón recién pintada. Fruta y flor a la vez; copa colmada de vino y miel para la sed más loca. Ella en sus vivos múrices evoca el símbolo sensual de la granada, y pienso al verla sonreír, que nada en el mundo es más rojo que tu boca. Cuando presos, al fin, por mis arrojos, ceden tus labios y después me ofrecen aún más amor que el que al besar me dieron, tan húmedos están y son tan rojos, que sólo las palabras que dijeron más rojas que tus labios me parecen.