La fé no es ciega, el corazón la ve.
La fé no es fría, el espíritu la calienta
La fé no es tan ilógica, el alma la entiende.
La fé no es un misterio tan impenetrable, si
por dondequiera entramos en ella.
La fé no es tan absurda, si la necesitamos
para todo.
La fé no es interrogación, es una
respuesta que da sentido a la vida del hombre.
La fé no está muerta, es palabra viva y se
enlaza a todo.
La fé no es un mito, palpita en la vida y se
enlaza a todo.
La fé no es secundaria, es esencial; no es
superficial, es profunda; no es accidental, es
necesaria; no es un complemento, es una sus-
tentación, una base, un todo: rige la vida del
hombre.
Al que le falta, anda trunco, deforme, insatis-
fecho, errante; como si algo dentro anunciara que
estamos, incompletos, desprendidos, flojos...
vacilantes... Porque la fé es el amarre, el faro... el
sentido y el sostén de la vida.
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Libro: Ramillete de Estrellas