Se dice que el silencio es oro y las palabras son plata.
Sin embargo, podemos incrementar el valor de las palabras, haciendo que éstas
sean precisas, beneficiosas, llenas de buenos sentimientos y llenas de
esencia.
El espejo que muestra si el estado interno de la mente es
estable y poderoso son nuestras palabras y nuestras acciones. Si nuestras
palabras y acciones no están llenas con buenos deseos y sentimientos puros, esto
evidencia una deficiencia en el nivel de fortaleza y poder de nuestra mente. Si
nuestra mente es positiva, limpia y poderosa, esto se manifestará de forma
automática en nuestras palabras y acciones.
A veces, la energía de las palabras se desperdicia, éstas
carecen de esencia y de espiritualidad, se vuelven corrientes o incluso
triviales. Las palabras llenas de espiritualidad y de esencia crean un impacto
en aquellos que las reciben. Con unas pocas palabras, tendrán la experiencia de
que han recibido mucho, mientras que las palabras inútiles o innecesarias no
producirán beneficio aunque sean muchas.
Una buena práctica para cultivar el poder de las palabras es
cuidar la calidad de las mismas, hablar sólo de lo que es necesario o valioso,
hacer que las palabras sean dulces, reconfortantes y nunca hirientes, y dejar
que el tono de voz sea suave y calmado.
Tales palabras ayudarán a crear una atmósfera cordial,
tenderán un puente y llegarán a los corazones de los demás. Las palabras
elevadas y espirituales darán un fruto igualmente elevado.