Nostalgia
A veces te sientes como
un arado que barre siempre el mismo surco, y piensas que el trabajo
sería mas blando si caminaras en compañía. A veces te enredas en la
nostalgia de lo que dejaste atrás y, así como el agua busca su nivel, tu
sangre tira y lleva lejos tu memoria.
Miras por sobre tus
hombros y recuerdas a tus amigos, tu vieja casa, tu ayer, o a ese
alguien especial para ti. Puedes llegar a maldecir tu desición de
comenzar el camino y te pierdes en los "cómo hubiera sido si...".
Otras veces encuentras
injusto el precio de tu soledad y revuelves en los pliegues de tu pasado
como quien busca monedas en los bolsillos de un muerto.
Tu mente menor inventa
recuerdos y fabrica diálogos que lo explican todo: respondes a preguntas
que nunca te hicieron e interrogas a quien no tuviste el coraje de
preguntar.
Cuidado tu no vives de recuerdos, sino que los recuerdos viven de ti.
Son miles de bocas que
devoran la fuerza que necesitas para seguir adelante. Te digo que no
existe nada malo en esos sentimientos, en tanto no te dejes ahogar por
los sentimientos.
Si esto sucede es porque estás olvidando, estás No Recordando.
Todas las vivencias
tienen la marca de lo fugaz: están escritas en tu memoria como la sombra
que un pájaro en vuelo deja sobre el agua.
Pero recordarse de sí no quiere decir tener memoria: la memoria y el olvido son funciones de tu mente menor, en cambio el recuerdo de sí pertenece al ser profundo.
Tu no has renunciado a amar por seguir tu camino. Sin embargo puede parecerte que, por seguir tu camino, has dejado de amar.
Recuerda bien, Buscador,
no sea cosa que lo que crees haber perdido sea solo otro juego de tu
mente, así como tus recuerdos pueden ser reflejos condicionados y la
historia que añoras un invento de tu nada.
Observa que curioso: ciertas cosas llegan a tu vida cuando ya no las precisas.
Arriban con un retardo inexplicable, cuando la cola de tu ilusión ya dió vuelta en la esquina.
Un amor demasiado grande ( y por lo tanto insostenible para tu miedo de amar) nunca te embiste al mismo tiempo que su fulgor.
Primero te encandila y te hace soñar, después nace en ti el deseo de poseerlo. Entonces desaparece, se va de tu vida.
En realidad son cosas que te protegen de ellas mismas y te ponen a salvo del riesgo de tu presencia. Por eso a veces tienes la sensación de que alguien golpea demasiado tarde a tu puerta.
En el fondo se trata de
un acto oculto de respeto y protección, porque el objeto o el afecto que
deseabas pueden volver a ti pero no en el momento del deseo, sino
cuando comprendas que puedes vivir sin ellos.
El buscador no cree en el amor eterno sino en el eterno amor.
Por eso, si recuerdas
una gran amistad o un gran amor, hazla con delicada alegría de los
amigos que amaron no con la posesividad de los insatisfechos. Abre las manos del alma y deja andar su recuerdo, como si liberaras una paloma cautiva. eso también te servirá para aprender.
Mario Corradini
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