LA LUZ
estaban reunidos en torno al fuego en una casa
y El llegó adonde estaban ellos
y tomando la palabra dijo:
Hermanos: que la Armonía, la Dicha
y la Paz sean en sus corazones.
Se sentó entre ellos. Y Mochil que estaba ahí,
vino y le preguntó:
Quetza, ¿por qué te has ido de nosotros
y nos has dejado solos?
Te fuiste y, contigo se fue el canto de los pájaros
y la luz de los días en nuestras almas.
Quédate con nosotros para siempre,
porque Tú eres la Luz que enciende nuestros corazones.
El la sentó a su lado y, tomándole las manos, le dijo:
No dependas de nada que esté fuera de ti.
En todo momento estuve contigo
y no te abandoné.
Eres tú quien no te has dado cuenta
y me has buscado fuera, por las calles,
en las plazas y los campos, sin encontrarme.
Mientras, yo te esperaba en tu interior.
Y dirigiéndose a todos, les dijo:
No sean como el ignorante
que busca en la calle lo que perdió en su casa.
No deberían necesitar imágenes ni estatuas
para vestir a la Luz.
Porque la Luz está en todas las cosas
y de todas ellas se viste, sin embargo ustedes
la confunden con sus vestiduras,
y las toman por Ella, y de esta manera,
Ella siempre se les escapa.