Las flores ambulantes
Las mariposas baten las alas unas tres veces en todos los idiomas, revela el científico Jorge Wagensberg. Y vuelan los ejemplos: pinpilinpauxa (euskera), papallona (catalán), borboleta (portugués), papillon (francés), farfalla (italiano), schmetterling (alemán), butterfly (inglés), baboqka (ruso)… En castellano hay quienes sostienen que la palabra mariposa surge de la expresión “María, pósate”, súplica utilizada por aquellos que veían en esos insectos una representación de la mismísima Virgen.
“Nombrar la mariposa no la hace volar”, advierte el poeta Juan Gelman. Y alas no le faltan. Un tercio de las 435 especies de mariposas europeas ha reducido su población y un 9% está en peligro de extinción. La última “Lista Roja de Especies Amenazadas” denuncia que las mariposas de Europa sufren un “serio impacto” por la pérdida de su hábitat natural. Una de cada tres, además, no se encuentra en ningún otro rincón del planeta. A pesar de ello, de su exclusividad, un 15% de esas flores ambulantes endémicas tiene los vuelos contados. A la “Mariposa grande y blanca de Madeira”, en riesgo “crítico” en la actualidad, y por nombrar sólo a una, hace veinte años que no se la ve revolotear por su isla.
El mundo mate, mustio, el sacrificio de los arco- iris alados, el extravío de la vida y sus tonalidades, de un vistazo, en un aire. “Inménsamente proporcional”, sentencia la artista AJO.
“- Veo, veo. / - ¿Qué ves? / - Pues en general: / mucho gusano y poca mariposa”. En general, mucho colorante y poco colorido.
Gorka Andraka
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