Medita, oh mente mía en el Señor,
Él es la esencia del espíritu,
Él está libre de toda impureza.
¡Cuán maravillosa es su forma!
¡Cuán amado es por todos sus devotos!
Su belleza realzada por manifestaciones frescas del amor
avergüenza el esplendor de un millón de lunas;
como el relámpago fulgura su gloriosa belleza,
la visión beatífica eriza los cabellos de pura dicha.
Adora sus santos pies en el loto de tu corazón;
concéntrate en la belleza incomparable
de esa bienaventurada forma,
ahora que la mente disfruta de la paz
y los ojos están llenos del amor divino.
¡Oh mente mía, con la inspiración del amor divino.
Sumérgete en su dulzura que es la fuente de la
inteligencia y la dicha absolutas!
Sumérgete para siempre, oh mente mía, en el dulzor
de su amor y dicha.