Mi corazón es una bomba a punto de estallar, mis pensamientos incoherentes y mi imaginación, libertinaje. Todo porque tu belleza ha colmado mis más insaciables deseos amorosos. Nada es al azar, cada porción de tu deliciosa silueta, dicha de los hombres y envidia de millones, es la más divina de todas la creaciones, una rosa entre miles de margaritas. ¿Qué es lo que me revuelve la cabeza al verte? He estado estudiando minuciosamente cada sector de tu visible silueta, cada milímetro de tus movimientos; lo he analizado detenidamente y he aquí mi conclusión: Nada más perfecto que tu ardiente rostro de rojo crepuscular, inigualable entre los mortales y única entre deidades. Me dan ansias de devorar tu boquita de fresa madura, pero me lo impide tu mirada, impiadosa y penetrante, que corta mi aliento. Los hilos de rojo sangre que adornan a la sublime creación son lazos de amor que unen mi pasión hacia ti. Y tus pechos, que sobresalen por excelencia, denota en ti la perfección tan codiciada por todos. Tu esbelto y apasionado cuerpo me disuade a explicar lo inexplicable, a igualar la belleza con palabras, algo más que imposible. Ahora mi corazón llora derramando lágrimas de impotencia al ver cómo mi deseo hacia vos es arrebatado por otro ser, tal vez mas perfecto que yo. Igualmente mi amor será eterno, por más que ames a todos los hombres del mundo menos a mi, aún cuando se apaguen todas la luces celestiales. Recuerda que siempre seré tu fiel admirador, seré tu esclavo cuando lo desees, y no pondré reparos a tus deseos.