Hay cuatro palabras explosivas que le fascinan al ego y deterioran las
relaciones: "Yo tengo la razón". Son perversas, porque si tú tienes 'la' razón y
no solo una parcela de la misma, necesariamente los otros están equivocados. No
es fácil reconocer que cuando crees tener la razón tu ego soberbio te hace
sentir superior a los otros. De allí a los conflictos o a una ruptura dolorosa
no hay más que un paso.
Y es que al ego le encanta identificarse con lo
que él llama la razón, incluso estando equivocado. Cuando tú sigues los delirios
del ego crees que tu opinión corresponde a los hechos o la realidad. Y la salida
amorosa está en respetar a los otros y aceptar con humildad que estás en el
error o solo tienes un pedacito de la razón. Inténtalo y verás como todo fluye
cuando reconoces que únicamente posees atisbos de la verdad.
Ganas mucho
con una mente sin barreras y pierdes lo más preciado al no valorar la diversidad
y ser terco. Te relacionas mejor si eres flexible y destierras de tu alma el
vicio del perfeccionismo. Solo los soberbios envenenan sus relaciones con el
prurito de tener siempre la razón. No los imites y transita por senderos de paz
apoyado en la tolerancia.
Una buena manera para conocerte y fluir es
hacerte preguntas sobre lo que te disgusta de los otros y la vida. Pregúntate
qué te saca el genio, te quita la paz y te descompone. Míralo bien y quizás te
sorprenda descubrir que mucho de lo que ves afuera está dentro de ti mismo. WeB