Saber que eres responsable de ti y que eso no es una carga, sino una liberación.
Comprender que no tienes que aburrir a nadie con tus problemas y crispaciones, que estás lleno de fuerza y posees dentro toda clase de soluciones.
Que conoces el valor de respetarte y que por ello eres respetado.
Que te concedes el derecho a desarrollar tus valores.
Es una suerte llegar a estas conclusiones, que abren ilimitadamente tu panorama.
Y entender que la mayoría de los obstáculos que te impedían tener suerte los ibas colocando tú en el camino, pero que eres capaz de retirarlos, uno a uno.
Tener suerte es saber abrazar tus sufrimientos hasta transformarlos en lecciones y permitirte ser quien eres, con tus bondades e imperfecciones.
D/A