Saber cómo otras personas se comportan requiere inteligencia, pero conocerme a mí mismo requiere sabiduría.
Manejar la vida de otras personas requiere fortaleza, pero manejar mi propia vida requiere poder verdadero.
Si estoy contento con lo que tengo, puedo vivir con simplicidad y gozar al mismo tiempo, la prosperidad y el tiempo libre.
Si mis metas son claras, puedo alcanzarlas sin nerviosismo.
Si estoy en paz conmigo mismo, no gastaré mi fuerza vital en conflictos.
Si he aprendido a dejar irme no necesito temer el morir.