Vivimos en una sociedad profundamente materialista, una de cuyas más claras expresiones es la preponderancia del racionalismo cientifista. ¡Ay con la Ciencia¡. Una cosa es lo que la ciencia debiera ser y lamentablemente, lo que muchas veces es en realidad. Por ejemplo, teóricamente los científicos debieran ser hombres con un rigor extremo. Pero lo cierto es que son hombres de carne y hueso y ,frecuentemente, sus apreciaciones pueden ser tan erróneas, e incluso tan absurdas como las de cualquier otro ser humano. Además cabe pensar que el contexto de confianza ciega y poco espíritu crítico con que la sociedad acoge los resultados de ciertas investigaciones, pudiera inducir, como de hecho sucede en ocasiones, a cierta relajación añadida. Llama la atención también que aunque la duda metódica debiera presidir la ciencia, tantas cosas generadas por ella sean consideradas como verdades absolutas e inamovibles. Doblemente llamativo cuando los propios científicos dicen que avanzan gracias a la constante demostración de la falsedad de las “verdades” científicas precedentes, lo que implica un alto grado de probabilidad de que lo que ahora se da por cierto en realidad no lo sea tanto. Tampoco hay que ignorar que muchas veces utilizando el mismo método científico distintos grupos de investigadores llegan a conclusiones contrarias. No siendo raro que según sean los intereses de quien financie esa investigación así acaben luego siendo los resultados. Es un hecho ,por otro lado, que una parte de la ciencia de hoy lejos de buscar el conocimiento por el conocimiento o la verdad por la verdad ,o el saber por el saber, tiende más bien a perseguir intereses utilitarios o mercantiles (a veces incluso de una forma dudosamente ética). La investigación científica es hoy ,cada vez más , -y que me perdonen los científicos íntegros (algunos de los cuales cuento entre mis principales amigos)- un enorme negocio. Buena parte de la investigación científica actual ,no es pura y angelical, al margen de los poderes de este mundo, sino que se financia –y cada vez más claramente- por quienes detentan el poder económico, precisamente para conseguir ventajas tecnológicas que le permitan acrecentarlo más aún (con investigaciones que van desde el ámbito de la industria química a la armamentística, pasando por otros muchos). Sin embargo la Ciencia parece haberse convertido para muchos en algún sentido en una suerte de nueva “religión” ,en la que pareciera a veces como si cualquier principio moral pudiera o debiera ser sacrificado en sus “altares”, a manos de sus “sacerdotes” (que en ocasiones se parecen demasiado a simples aprendices de brujo). Cualquier supuesto hallazgo científico es aireado constantemente por los medios de comunicación, magnificando extraordinariamente, y con escasísimo rigor, sus supuestas ventajas (con frecuencia simples posibilidades remotas en un futuro) , contribuyendo a esta divinización de la Ciencia y la Tecnología. La mayor parte de la población, que obviamente no contrasta los datos que le dan ,los toma por ciertos por un simple y llano acto de fé, absolutamente religioso. Y ¡ay de quien se atreva a poner algo en duda¡. Para él solo cabrá la “excomunión”, la “anatemización”, en un contexto que pareciera a veces objetivamente fundamentalista de “Santa y Científica Inquisición” (dicho sea metafóricamente). Sería ir contra el “dios Progreso” y eso, al parecer, no puede tolerarse. Como si estos hombres fuesen infalibles y sólo sus juicios por ser presuntamente “científicos” fueran válidos (quedando los juicios de los pobres mortales no “científicos” condenados a ser puras supercherias).
Criticar a los científicos puede representar la “hoguera”,-la “hoguera” ,por ejemplo de la descalificación y la ridiculización- ,incluso aunque se haga científicamente (por ejemplo criticar a los químicos por haber creado decenas de miles de nuevas substancias –muchas de ellas tóxicas- sin antes saber como iban a afectar a los seres vivos, a los físicos por los riesgos radiactivos que crearon, a los genéticos por lanzarse a manipular temeraria y ,en ocasiones, desvergonzadamente, lo más íntimo de la vida,…). Además muchos científicos suelen decirnos que ellos no son nunca responsables de los usos que luego se hagan de sus hallazgos (como si quisieran sentirse siempre libres de cualquier sentimiento de responsabilidad y, por supuesto, de cualquier “cortapisa” ética en su quehacer, dando a veces la sensación como si para algunos la ética –espiritual o no- no fuese más que un engorro del que hay que librarse, para no frenar el sacrosanto avance de la Ciencia). Como si el E= MC2 de Einstein ,pongamos por caso, no tuviera nada que ver con los hongos nucleares.
Con que imagínense si encima nos permitimos no ser tan “racionales” como ellos. ¡Ah con la secta del dios Racionalismo¡. Pero quizá no todo en la vida deba ser racionalismo. Hay cosas básicas, esenciales, de la vida que no son necesariamente racionales o científicas. ¿Es racional el oxígeno que precisan nuestros pulmones?. ¿Debe ser racional un verso?. ¿Un niño, por ser menos racional, es menos que un adulto? ¿No será al revés?. ¿La música es racional?. ¿La belleza de las cosas ha de ser vista con un frío y aséptico racionalismo científico?. ¿Es racional el amor de una madre por su hijo?. ¿Es racional el agua que nos hidrata?. ¿Deben ser racionalistas los bosques, los ríos, los océanos, las nubes,los animales y plantas, para cumplir su función?. Obviamente esas y otras cosas no son racionalistas. Pero no podemos pasar sin ellas como sí, acaso, podríamos pasar sin ciertos excesos del racionalismo.
La ciencia se nos presenta como la verdad , pero es probable que, con frecuencia, en algún caso al menos, pueda haber tras ella grandes errores o mentiras (movidas por ejemplo, en alguna ocasión , por intereses mercantiles o de poder). De hecho ,si la ciencia es tan sabia ¿como es que esta sociedad está moviendo gracias a ella una maquinaria tecnológica que no está demostrando precisamente demasiada sabiduría ni ,por supuesto, clemencia, para con el planeta y para con buena parte de la Humanidad?. Es probable que las antiguas formas de sabiduría ,como las religiones o las mitologías sean ,en algún aspecto, mentira, como la ciencia dice. Es posible. Pero la diferencia es que una leyenda o un mito que todos podemos pensar –desde una perspectiva cartesiana- que es una mentira ,puede encerrar , cosa que no sucede frecuentemente con las “verdades” racionalistas, mensajes , a veces cifrados, de inamovibles verdades que el paso del tiempo no hará desaparecer.
¿Qué preferimos,una aparente “verdad” pasajera,que en el fondo puede ser una gran y perniciosa mentira, o una aparente “mentira” que puede encerrar verdades eternas?. Ademas ,personalmente, si me permiten, prefiero la poesía, los matices simbólicos, la calidad y profundidad literaria, de ,por ejemplo, lo de crear el mundo en seis dias ,que la fea ramploneria del presunto “bing bang” ,que sinceramente no me aporta nada interiormente (suponiendo que ambas tesis realmente fueran antitéticas, lo que está por ver). Como relato me parece más hermoso y sugerente. Y en cuanto a la verdad que hay tras ello, a saber: que el Cosmos no nació casualmente, que quieren que les diga.
De la red
Nati