Primero las punto.com, un puñado de compañías de la Web con
fantasiosas perspectivas de un brillante futuro, después vino la burbuja
de las hipotecas basura y ahora la tercera ola se llama “fracking” y
los promotores son los mismos usureros y especuladores que provocaron
las dos primeras, esta vez asociados a las compañías petroleras.
El fracking consiste en fracturar las rocas de pizarra, porque estas
son impermeables y se resisten a entregar su pequeña cuota de
hidrocarburos para luego inyectarle al pozo miles de toneladas de
“fluido fracking” una mezcla de agua, arena y productos químicos,
finalmente con el gas sube a la superficie el agua contaminada por dicho
fluido y los materiales radioactivos y metales pesados mercurio,
arsénico, bario, benceno, etc. que se encuentran naturalmente en la
roca.
En comparación con los pozos convencionales, que puede bombear
combustible durante más de una década, el fracking arranca con un gran
volumen de gas, pero a los pocos años el flujo se convierte en un
pequeño suspiro, el fracking es victima de la ley de los rendimientos
decrecientes, los pozos se agotan rápidamente, la tasa de agotamiento
promedio de los pozos de la Formación Bakken ( EEUU) el mayor depósito
de pizarras oleaginosas de ese país, es del 69% en el primer año y 94%
durante los primeros cinco años.
Al inicio, como no cerraba la ecuación costo/beneficio, desde Wall
Strett dispararon en 2008 el precio del gas a las nubes y comenzó esta
historia a nivel global.
Entonces, como el fracking es una tecnología que demanda enormes
inversiones, requiere kilómetros de perforación y millones de toneladas
de agua, arena y productos químicos, para fracturar las rocas, se desató
la burbuja financiera porque hasta ese momento, a pesar que los
geólogos sabían que había energía fósil enterrada a gran profundidad
pero también conocían que su extracción resultaba antieconómica.
En EEUU, para que se hiciera viable económicamente el fracking,
George Bush, conocido referente petrolero, además de presidente del
país, le otorgó enormes subsidios y anuló la llamada ley Safe Drinking
Water Act., incluso impuso que las empresas no estuvieren obligadas a
revelar los compuestos que utilizaban en el procedimiento de extracción.
Pronto, el valor de las tierras, licencias de perforación, etc., se
disparó a las nubes cuando llegaron al negocio los mismos especuladores
que habían creado la crisis de las hipotecas, se había iniciado “la
revolución” del fracking.
Tras la crisis de 2007/08 los banqueros encontraron este nuevo
paraíso para los inversores; al igual que con las hipotecas basura, las
petroleras empezaron a hacer negocios, no con el gas, sino vendiendo
tierras y licencias de explotación con precios siderales.
Para bajar costos, las empresas comenzaron a “externalizarlos”
arrojando los fluidos residuales con butoxyethanol y metales pesados,
mercurio, arsénico, bario, benceno, todos cancerígenos, en los ríos,
bosques, incluso derramándolos sobre el asfalto de las carreteras…
En definitiva, la “revolución del fracking” no es más que otra
burbuja impulsada por Wall Street: pocos meses atrás Chesapeake Energy,
una de las principales empresas del ramo en los EEUU reconoció que el
beneficio del fracking no provenía de la venta del gas, sino de la
compra y venta de tierras, copiaron el método de las “hipotecas basura”
haciendo paquetes de terrenos “probados” con otros que no lo estaban y
revoleándolos en los mercados internacionales inversores.
Esta es la historia que el entrerriano Galuccio, CEO de YPF, quiere
importar a nuestra provincia, de lograrlo el resultado en pocos años
será peor que el Apocalipsis, con suelos destruidos y acuíferos
contaminados para siempre.
En nosotros esta evitarlo.