Cierta vez, un reloj comenzó a preocuparse: ”Tengo que sonar dos veces por segundo, 120 veces por minuto, 7.200 veces por hora, 172.800 veces en un día y 63.072.000 veces en un año. ¡Dios mío, en diez años tendré que sonar 630.720.000 veces! ¡Ah, no puedo! ¡Es demasiado!” Se desesperó. De repente, en un destello de sabiduría ponderó: ” No puedo sonar 630.720.000 veces, pero puedo perfectamente dar los dos sonidos de este segundo”. Fue lo que hizo tranquilamente. Y ya hace veinte años que continúa emitiendo los dos sonidos del segundo.
Una magnífica lección para los que se abruman ante un proyecto que les parece abrumador. Todo se puede hacer paso a paso... "sin prisas, pero sin pausas"...